CAPÍTULO 3: LOS CRISTANOS SALEN DE LAS CATACUMBAS
MARTÍN VALMASEDA
Surgió un grito entre
algunos de los presentes: ¡¡ No Padre Silvestre no vayas!! es una trampa para
meterte preso! !
Pero Claudio y otros
exclamaron: ¡¡ Sí hazle caso Padre Silvestre el nuevo presidente es de
confianza!!
Se iba a organizar una discusión allí mismo pero Silvestre levantó la mano les pidió silencio y dijo: Paciencia hermanos creyentes. Ya estoy informado de cómo cambian las cosas en el país. Voy a hablar con ese hombre que no ha querido llamarse emperador y lo que pase ya lo veremos.
Eso me gusta - exclamó
Demócrito- yo pienso igual de los gobernantes de todo el mundo. Y precisamente
te llamé ilustre Silvestre para decirte que vuestra religión y todas las que
hay en este país.
Que son muchas -
reconoció Silvestre
- cierto pues todas
tienen libertad en nuestro gobierno con tal de que se respeten unas a otras que
ninguna, ni la de nuestros Júpiter marte venus... serán las únicas del país Ya
veo que vosotros no tenéis templos
- no ni los queremos
respondió Silvestre - nos reunimos en nuestras casas a celebrar la cena del
señor y no nos hacen falta sacerdotes como en el antiguo templo judío que
destruisteis vosotros hace tres siglos o en los templos de vuestros dioses...
Así siguieron
platicando el filósofo presidente Demócrito y el episcopus de los seguidores de
Jesús el nazareno. Parece que de ahí nació una amistad con distancias ...
seguiremos viendo como continua este sueño antihistórico donde aquel Constantino
que aparece en los libros de historia no está en ninguna parte gracias al Dios
abba, de Jesús y al Júpiter del imperio romano. Ya veremos cómo sigue la anti-historia
en los siguientes capítulos