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18 de septiembre de 2024

CONSTANTINO: UN SUEÑO ANTI-HISTÓRICO

CAPITULO 5: LOS PRIMEROS CRISTIANOS EN EL SIGLO IV

MARTÍN VALMASEDA

Cuando corrió la voz de que los seguidores de ese Judío llamado Jesús ya no iban a ser perseguidos, muchos romanos que les miraban con simpatía se acercaron a su religión pidiendo convertirse al Dios de ese Jesús. Silvestre convocó a los fieles cristianos a una especie de sínodo para ver qué hacer para los que se convertían.

Quedaron en que los y las cristianas que más conocían la buena noticia, el evangelio, la vida y palabras de Jesús, organizasen unas catequesis, no de niños como hoy hacemos, sino de gente mayor interesados en saber quién era ese yeshua en hebreo, Jesús en idioma romano, el latín. En algunas de las casas se organizaron esas catequesis por ejemplo en la de Priscila donde acudió el senador Fulvio además de por su interés en la palabra de Jesús. También porque le había caído bien la susodicha Priscila, una chavala de venti tantos años que vivía con su madre (al padre hacía tiempo que se lo habían comido en el coliseo los leones y tigres del empedrador anterior).

Priscila y dos compañeros conocían bien el mensaje del evangelio y se notaba además que lo vivían. Durante 8 meses en casa de Priscila fueron conociendo la vida de Jesús y las enseñanzas de sus seguidores .

Una noche a la luz de las antorchas varios de los catecúmenos, entre ellos Fulvio fueron bautizados, no como ahora se hace, echando un poquito de agua a los chiquitines sino en el río Tiber en las orillas del gran rio de Roma, entrando en el agua hasta la cintura donde el obispo silvestre les hundió un momento la cabeza repitiendo solemnemente la frase: <<Fulvio ahora te llamarás Fidel, yo te bautizo en el nombre de Dios y de su hijo Jesús que fue crucificado por hacer un mundo nuevo de verdad y justicia Amen>>

Al salir a la orilla los bautizados, los asistentes cristianos les abrazaron deseándoles una vida nueva siguiendo a Jesús. También, claro, Priscila abrazó a Fidel y Fidel la dijo... no sé qué, que hizo ponerse colorada a la muchacha catequista.

Lo que dijo se lo contaremos en el próximo capítulo. Amén