Otro Socialismo Científico
Marx habló de
socialismo científico, pero Marx se refería a las ciencias sociales, y ya hemos
visto que ese socialismo no tuvo demasiado éxito. Ahora me refiero a un socialismo científico basado
en las ciencias naturales. Y hoy lo que nos dicen las ciencias naturales es que esta civilización capitalista en que
estamos metidos es totalmente insostenible. Como sabemos por el trabajo de los
científicos del GIEC (Grupo Internacional de Estudios Climáticos) creado por la Naciones Unidas, si la
temperatura media se eleva más de 1,5ºC
por encima de los niveles preindustriales, es probable que se inicie un proceso
irreversible de cambio climático, con unas consecuencias catastróficas para la
humanidad. Además, el problema no es sólo el cambio climático, sino también el
agotamiento de los recursos.
También está claro lo
que provoca esta crisis. Como explica muy bien el Papa Francisco en su
encíclica Laudato Si, la pobreza, la desigualdad y la injusticia social por un
lado, y la destrucción de la naturaleza, nuestra Casa Común por otro, son la
consecuencia de “un sistema de relaciones comerciales y de propiedad
estructuralmente perverso, un sistema basado en la idolatría del dinero, cuyo
único propósito es la maximización de
las ganancias”. No emplea el término “capitalismo”, pero lo describe
perfectamente.
El sociólogo y filósofo Michael Löwy escribe: “A principios del siglo 21 comenzamos un viaje cada vez más rápido hacia el abismo en el tren suicida de la civilización industrial/capitalista. Un abismo llamado catástrofe ecológica… Necesitamos tirar fuerte de los frenos de emergencia de la revolución antes de que sea demasiado tarde”.
¿A qué revolución se
refiere? Aquí aparece el nuevo socialismo científico: el eco-socialismo, una
propuesta resultante de la convergencia entre le reflexión científica y la reflexión social. Se trataría de llegar
no sólo a un nuevo modo de producción y a una sociedad igualitaria, más solidaria
y más democrática, sino a una forma de vida alternativa, una nueva civilización
eco-socialista, por encima de los hábitos de consumo inducidos artificialmente
por una publicidad abrumadora.
La publicidad nos
presenta una serie de objetos y
servicios de lo más variado pero todos se presentan con un objetivo común:
todos nos prometen un camino hacia la felicidad. Pero la felicidad basada en el consumo es una
felicidad engañosa. Detrás de la publicidad está el capitalismo, y al
capitalismo no le interesa nada nuestra felicidad. Por una razón muy clara: la
gente que se sienta satisfecha, feliz consume poco. Está a gusto como está con
lo que tiene, no necesita más. Compra sólo lo verdaderamente necesario y eso es
una ruina para la economía capitalista.
Pero es buenísimo para
el medio ambiente y la conservación de nuestro planeta. Sólo conseguiremos
llegar a un sistema eco-socialista si buscamos caminos hacia la felicidad que
no pasen por el consumismo. Y esos caminos existen. Un punto de coincidencia
entre los estudiosos del tema es que la felicidad tiene mucho que ver con la
autorrealización de la persona. Labramos nuestra felicidad cuando nos acercamos
a la plenitud de nuestras posibilidades como personas humanas, cuando llegamos
a ser lo que podemos ser. Erich Fromm
insiste en este ser, en contraposición al simple tener. Tener es algo que queda fuera de nosotros, ser
afecta al fondo de la persona, ahí donde
puede residir la felicidad.
Y eso no exige consumir
el planeta.
Antonio Zugasti