MARTÍN VALMASEDA
Cuando Jesús
enseñó a el padre nuestro a sus
apóstoles, Él y
ellos tenían una
idea del universo muy
distinta de lo
que sabemos hoy, de
lo de aquí abajo
y de lo de " ahí
arriba”. Abajo, la tierra era
como una bandeja
inmensa...y arriba, pues
por lo menos tenía
que tener algo
sólido para apoyar
el trono de
Dios, a no ser que
lo sujetaran los
ángeles entre las
nubes, como a la
Virgen María los
angelitos que pintó
Murillo, subiéndola empujando hasta un trono
cercano al del Padre
celestial.
Aunque antes San Agustín que no era pintor intentó estropear lo del cielo diciendo que Dios está más cerca de mí (y nosotros) que nosotros mismos O sea que sí queremos señalar a Dios y su cielo basta que señalemos a nuestro corazón. Ahí está el cielo, que sobre eso sabía más Agustín que todos los pintores juntos.
Lo malos
de los seguidores de Jesús es
que de las
cosas de Dios, se
enteran más por
los pintores o dibujantes
de estampitas que
por los libros
de teología moderna
que no leen.
Pues háganme caso a mí, que aunque no soy teólogo algo he leído de esos señores. Háganme caso y cuando digan ustedes Padre nuestro que estás en el cielo, no miren hacia arriba, pónganse la mano en el corazón (o miren a los que están por ahí cerca de ustedes)