Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

11 de septiembre de 2024

SORDOS Y MUDOS

Decid a los cobardes de corazón: Sed fuertes, no temáis… Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará”.  (Is 35,4-7). Ciegos, sordos, cojos y mudos alcanzarán de Dios la sanación que siempre han esperado.

Con el salmo responsorial, nosotros proclamamos que “el Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos. El Señor guarda a los peregrinos” (Sal 145).

Ahora bien, para que tenga lugar la liberación hay que escuchar la palabra de Dios y no hacer discriminación de personas. Ese es el mensaje de la carta de Santiago (Sant 2,1-5).

EL LENGUAJE DE LOS GESTOS

La curación del sordo que apenas puede hablar nos facilita una preciosa reflexión sobre los pasos de sus amigos y los gestos del Señor (Mc 7,31-37).

• Son otros los que llevan al sordo hasta el Maestro y suplican su curación. Como se ve, el enfermo depende de los demás.

• Jesús aparta de la gente al sordomudo. La discreción de Jesús revela su poder. Él es la Palabra de Dios, que puede capacitar a los discapacitados para oír su mensaje.

• Los que acompañan al enfermo piden a Jesús que le imponga las manos. Con ese gesto se manifiesta la gratuidad de la bendición y de los dones del Señor.

• Jesús mete sus dedos en los oídos del sordo y con la saliva le toca la lengua. De esa forma puede ayudar al enfermo a comprender el don que le concede.

• Además, Jesús acompaña sus gestos con una palabra, que se ha querido conservar en la lengua original: “Effetá”, esto es “ábrete”.

OÍR Y HABLAR

El relato evangélico recoge el comentario de las gentes que conocieron aquella curación: “Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos”. Nos alegra comprobar que Jesús suscitaba la admiración de las gentes.

• Jesús hace oír a los sordos. A los de antes y a los de ahora. No quieren oír la voz del Maestro quienes no están dispuestos a ajustar su conducta a sus propuestas. Pero aun entre los discípulos del Señor, parece difícil escuchar la palabra de Dios y vivir de acuerdo con su mensaje de vida. Este es el momento de rogarle que nos libre de nuestra sordera.

El Papa Benedicto nos alertaba del “intento de silenciar a Dios en el mundo”. Es una de las afecciones más graves que existen en nuestra vida cristiana y contemporánea.

• Jesús hace hablar a los mudos. Se dice que el mal de este mundo surge por la maldad de los corruptos y, sobre todo, por el silencio de los que se creen buenos y honrados. Es urgente pedirle al Señor que nos conceda la osadía que necesitamos para vivir y anunciar el evangelio.

Hay dos tipos de sorderas en el mundo que nos rodea y que vivimos: Una, la que por sistema rechaza todo lo que tenga referencia a la cuestión religiosa y, otra más, la que escuchando la Palabra y afirmando que oye, a continuación,  se vive como si nunca hubiera entendido nada.

- Señor Jesús, tú sabes bien que esta sociedad te rechaza a ti y rechaza tu palabra. Abre tú nuestro oído para que aceptemos tu mensaje. Y suelta nuestra lengua para que podamos pregonar el “gozo del evangelio” y ser constructores de un mundo mejor. Amén.

“Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos” (Mc 7,37)

1. ¿Qué significa que también Jesús haga oír a los sordos, en un mundo en el que se cruzan miles de mensajes contrapuestos?

2. ¿Por qué muchos católicos parecemos mudos, al no transmitir a los demás el mensaje del Evangelio?

3. ¿Qué puede hacer la Iglesia para librar de la sordera y de la mudez a las gentes de nuestro tiempo?

4. ¿Y yo presto atención a los gestos con los que Jesús que se dirige a mí para decirme: “Ábrete”?

Colaboración de Andrés Pérez