MARTÍN VALMASEDA
Dice un refrán que "casa con dos puertas mala es de guardar". Pues imagínese este "sueño" o fantasía:
LA CASA
DE LAS MIL PUERTAS
Érase una gran casa de fachada
grande y circular.
En esa
fachada había como cerca de
mil puertas. Cada una de esas
puertas, tenía al entrar un
laberinto de pasillos. En
cada uno de esos pasillos, para que ninguna
de las personas que entraban se perdiera, había hombres y
mujeres sirviendo de guías,
orientadores generalmente uniformados con insignias que
indicaban su misión.
A quienes por aquellas
puertas entraban todos los guías de cualquier puerta les
recibían: "¡Bienvenido!.
Ha elegido usted justo la entrada
por donde puede llegar
hasta el centro.
Allí encontrará la felicidad
y la vida nueva y está el Ser Supremo. Solo la puerta que usted ha elegido es
la entrada segura. Por
las demás se
perdería usted (Así se lo decían los
guías a todas y todos
los que entraban por
cada una de las mil puertas)
.
En cada entrada
había representada con
letras y pinturas la imagen y el nombre del
profeta que había
abierto aquella puerta y
aquellos pasillos.
Los guías, buenos publicistas, insistían en que aquella puerta- la suya - era el único camino para llegar al centro Ser Supremo. Así decían todos... o casi todos, porque había unos seres, los llamados místicos y místicas que adoraban a un sólo Dios pero respetaban a cualquiera aunque buscase al Ser Supremo con nombres distintos al suyo y hubiera entrado por cualquiera de las otras puertas y pasillos de ese edificio, donde estaban todas las religiones del mundo.
Aunque había algunas puertas y pasillos que falsificaban el nombre
de Dios.: Eran las puertas donde
se anunciaba al dios dinero: al
dios del odio, al
dios de la tiranía..... En
ellas también falsos guías llevaban a los que
buscaban a Dios por pasillos equivocados.
Así con
el paso del tiempo el
edificio de las
religiones se fue transformando.
Algunas puertas se cerraron porque nadie entraba por ellas, y se fueron abriendo otras nuevas...