MARTÍN VALMASEDA
CAPÍTULO 7: A VER ESA FRACCIÓN DEL PAN
Fidel también llegó a
casa de Priscila donde ya había unas 15 personas.
Sobre la mesa grande pero bajita rodeada de almohadillas para sentarse, dejó Fidel algo que había llevado también él. Se sentó en junto a la dueña de la casa y su mamá que lo acogieron de modo especial, se notaba que ellas ya habían hablado. Olía a suegra y yerno. Siguió llegando la gente hasta que cuando había unos veinticinco fieles ya todos sentados como pudieron; Priscila dió unas palmadas. Se hizo silencio. Buenas tardes hermanos, seguidores de nuestro Jesús Nazareno, les tengo que contar que hoy iba a venir a nuestra fracción del pan; nuestro obispo Silvestre pero se ha puesto enferma su esposa Domitila y me ha pedido que presida yo la celebración.
En este momento
interrumpió Priscila vamos a hacer en memoria de nuestro señor Jesús lo que
el nos encargo. Priscila agarró el pan en sus manos y dijo: el Señor Jesús
partió el pan ( lo partió y con la ayuda de los que estaban a su lado lo
repartió a todos mientras decía. Jesús nos dijo tomad y comes esto es mi
cuerpo que se entrega por vosotros (los asistentes tomaron un trozo y lo
comían con respeto pensando en aquel Jesús les enseño a vivir y entregarse
por un mundo nuevo sin guerras y con amor entre todos.
Luego Priscila agarró
un cántaro lleno de vino llevó cuatro copas también de barro y dijo: hermanos
también Jesús nos dejó ofreciéndonos el vino tomad y bebed que esta es mi
sangre que se derramará por todos los seres del mundo para hacer un mundo de
bien y de amor. Se hizo un gran silencio mientras cada uno bebía y pensaba en
aquel Jesús por el que estaban reunidos.
Siguió Priscila en esto
conocerán que sois mi discípulos- dijo Jesús en que os amáis los unos a los
otros como yo os he amado.
Allí se rompió el
silencio; se levantaron todos y se hizo una mesa revuelta abrazándose saludándose
bromeando fue ese momento cuando Fidel comunicó a la asamblea aquella:
"Hermanos ahora a
vosotros os comunicamos Priscila y yo en esta cena del Señor que nos unimos
como esposos para servir juntos a Dios y a todos sus hijos. Allí terminó
aquella reunión de lo primeros cristianos en este sueño anti-histórico donde
soñamos ilusionados que no fue Constantino el grande, quien gobernó Roma sino
ese tal Demócrito que liberó a los cristianos de las persecuciones, pero sin
concederles ningún privilegio de modo que la Iglesia que Jesús no fundó, tuvo
que seguir funcionando como una religión mas libre, pero junto y en competencia
con otras religiones; la de los dioses romanos: Júpiter, Marte, Venus etc.
También los fieles de Buba, de Los dioses indios: Bramha, Siva, Visnú... junto
a Laot-zé y otras religiones orientales... Todas mandaban a Roma sus
predicadores y misioneros porque desde Roma gracias a las calzadas romanas (las
carreteras de entonces) se podía recorrer gran parte de Europa...
Pero ¡¡Oooh!!! aquí se termina nuestro sueño Ha habido una gran tormenta que nos acaba de despertar del sueño anti-histórico La próxima vez que les escriba no será sueño sino la dura realidad Histórica. Lean el próximo capítulo que será un apéndice o peor, una apendicitis
APENDICITIS
Pues resulta que a este
su servidor le despertó un fuerte trueno.
Entonces me desperté desvelado y agarré un libro que tenía en la mesilla. Se llamaba ese libro HISTORIA DE LA IGLESIA EN EL IMPERIO ROMANO. Empecé a leer pero allí no decía nada de Demócrito. Hablaba de Constantino el grande. Contaba que este emperador había vencido a un tal Magencio en la batalla, del puente Milvio y explicaba que según decía el mismo Constantino tuvo un sueño en el que se le apareció un cruz, como conde mataron al profeta Jesús de Nazaret, pero esa cruz era luminosa, como un anuncio de propaganda y debajo de ella unas letras propagandísticas en latín que decían IN HOC SIGNO VINCES que - por si alguno no sabe latín - quiere decir con esta señal (la de la cruz) vencerás y dicen algunos historiadores, que Constantino puso una cruz en los estandartes de la batalla y que en esa guerra le dió una gran paliza al pobre Magencio. La consecuencia fue que Constantino empezó a mirar con buenos ojos a los cristianos. Cuando tuvo tiempo cuando estaba en Milán publicó un edicto, pegando carteles por todas partes , diciendo que nadie persiguiera a los que según a ese Jesús el Cristo.
Poco a poco esa religión se hizo la oficial en Roma .
Para sus reuniones les regaló a los discípulos de Jesús grandes edificios que llamaban basílicas, que todavía existen hoy muy arregladas y redondas. En ese libro que empecé a leer despierto se veía una foto de la basílica de San Pedro.
Cuando lo vi, cerré el
libro me acosté y también cerré los ojos a ver si volvía a soñar con Demócrito
con Priscila y Fidel pero no había manera.