Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

30 de octubre de 2024

EVANGELIO DOMINGO 3- Noviembre-2024 - Marcos - 12,28-34 Reflexiones de Pagola

LO DECISIVO ES AMAR

En aquel tiempo, un letrado se acercó a Jesús y le preguntó:

¿Qué mandamiento es el primero de todos?

Respondió Jesús:

El primero es: <<Escucha, Israel: el Señor, nuestro Dios, es el único Señor; amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente>>. El segundo es este: <<Amarás a tu prójimo como a ti mismo>>. No hay mandamiento mayor que estos.

El letrado replicó:

Muy bien Maestro; tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y sacrificios.

Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo:

No estás lejos del reino de Dios.

Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas (Marcos 12, 28-34).

LO DECISIVO EN LA VIDA

A Jesús le hicieron muchas preguntas. La gente lo veía como un maestro que enseñaba a vivir de manera sabia.

Jesús le responde con una palabras que tanto el letrado como el mismo han pronunciado esa misma mañana al recitar la oración del Shemá: <<Escucha, Israel, el Señor es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser>>.

A continuación, Jesús añade algo que nadie le ha preguntado: <<El segundo mandamiento es semejante: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”>>. Esta es la síntesis de la vida.

<<Amar>> es la única forma sana de vivir ante Dios y ante las personas. Sin amor no hay progreso.

Para Jesús, <<Dios>> y <<prójimo>> son inseparables. No es posible amar a Dios y desentenderse del hermano.

El riesgo de distorsionar la vida desde una religión <<egoísta>> es siempre grande.

No hay un ámbito sagrado en el que podamos estar a solas con Dios ignorando a los demás. No es posible adorar a Dios en el fondo del alma y vivir olvidando a los que sufren.

LO PRIMERO DE TODO

Hay pocas experiencias cristianas más gozosas que la de encontrarse de pronto con una palabra de Jesús que ilumina lo más hondo de nuestro ser con una luz nueva e intensa.

Jesús no duda. Lo primero de todo es amar. El amor es lo que verdaderamente justifica nuestra existencia. La savia de la vida. La clave de nuestra vida personal y social.

Personas de gran inteligencia, con asombrosa capacidad de trabajo, terminan siendo mediocres, vacíos y fríos cuando se cierran a la fraternidad y se van incapacitando para el amor, la ternura o la solidaridad.

Por el contrario, hombres y mujeres de posibilidades aparentemente muy limitadas, poco dotados para grandes éxitos, terminan con frecuencia irradiando una vida auténtica a su alrededor sencillamente porque se arriesgan a renunciar a sus intereses egoístas y son capaces de vivir con atenta generosidad hacia los demás.

EL AMOR SE APRENDE

Casi nadie piensa que el amor es algo que hay que ir aprendiendo poco a poco a lo largo de la vida. Hay quienes piensan que el amor consiste fundamentalmente en ser amado y no en amar. Por eso se pasan la vida esforzándose por lograr que alguien los ame. En general terminan siendo bastante desdichados.

Otros están convencidos de que amar es algo sencillo, y que lo difícil es encontrar personas agradables a las que se les pueda querer. Estos solo se acercan a quienes les cae simpático. En cuanto no encuentran la respuesta apetecida, su <<amor>> se desvanece.

Hay quienes confunden el amor con el deseo. Cuando dicen <<te quiero>>, en realidad están diciendo <<te deseo>>, <<me apeteces>>.

Cuando Jesús habla del amor a Dios, está pensando en otra cosa. Para Jesús, el amor es la fuerza que mueve y hace crecer la vida.

Pero, concretamente, ese <<amar al prójimo como a uno mismo>> requiere un verdadero aprendizaje. La primera tarea es aprender a escuchar al otro. Tratar de comprender lo que vive. Sin esa escucha sincera de sus sufrimientos, necesidades y aspiraciones no es posible el verdadero amor.

Lo segundo es aprender a dar. El amor es todo lo contrario a acaparar, apropiarse del otro, utilizarlo, aprovecharse de él.

Por último, amar exige aprender a perdonar. Aceptar al otro con sus debilidades y su mediocridad. No retirar rápidamente la amistad o el amor. Ofrecer una y otra vez la posibilidad del reencuentro. Devolver bien por mal.

INTRODUCIR EL AMOR EN LA CULTURA MODERNA

La cultura moderna ha optado por la racionalidad económica y el rendimiento material. Tiene miedo al corazón.

Por eso, en la sociedad actual se teme a las personas enfermas, débiles o necesitadas. Se la encierra en las instituciones y se las pone en manos de los servicios sociales. Es lo mejor para todos.

El rico tiene miedo del pobre. Los que tenemos trabajo no deseamos encontrarnos con quienes están en paro. Nos molestan aquellos que se nos acercan pidiendo ayuda en nombre de la justicia o del amor.

Vamos levantando entre nosotros toda clase de barreras invisibles. No queremos cerca a los gitanos. Miramos con recelo a los africanos, pues su presencia nos parece peligrosa. Cada grupo y cada persona se encierra en su pequeño mundo para defenderse mejor.

Queremos construir una sociedad progresista basándolo todo en la producción, el crecimiento económico o la competitividad.

Nuestra filosofía reposa sobre cuatro principios:

<<rentabilidad inmediata, seguridad de emplazamiento, fiscalidad ventajosa y constitución de un patrimonio generador de plusvalía>>

Naturalmente, en esta filosofía ya no tiene cabida <<el amor al prójimo>>

La gran tarea de los seguidores de Jesús es introducir el <<amor real>> en esta cultura que solo genera <<egoísmo sensato y bien organizado>>. Gritar una y otra vez que sin amor nunca se construirá un mundo mejor.

Por mucho que la cultura actual lo olvide, en lo más hondo del ser humano hay una necesidad de amar al necesitado, y de amarlo de manera desinteresada y gratuita.

Por eso es bueno que se sigan escuchando las palabras de Jesús: <<Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón…Amarás a tu prójimo como a ti mismo>>. Han de resonar con fuerza en nuestras comunidades cristianas.

EL AMOR NO VAN CONTRA LA CIENCIA

Hace algunos años tuvo amplio eco entre los teólogos un estudio de Bernard Lonergan titulado Método en teología.

Es sabido que el método científico se funda básicamente en la observación y la experimentación.

Este método, observa Lonergan, no conduce más allá de este mundo. La ciencia en sí misma no lleva hasta Dios ni puede hacerlo. El método científico tiene sus límites.

Ayuda a conocer mejor cómo funcionan las cosas, pero no puede avanzar en el conocimiento del misterio último que sostiene y da sentido a toda esa realidad conocida científicamente.

Para abarcar toda la realidad es necesario además <<ser responsable>> y buscar el bien del hombre (conversión ética) y es necesario <<mirar con amor>> el misterio último de la realidad (conversión religiosa).

Dios siempre se nos ofrece como misterio, y la ciencia lo sabe, pues Dios <<escapa>> constantemente a sus métodos. El camino del científico hacia Dios, como el de todo ser humano, no es la experimentación razonada, sino el amor. Del amor proviene la sabiduría que permite abrirse hacia el misterio que rodea a la vida humana y que envuelve al mundo.

También el científico ha de escuchar el gran precepto:

<<Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser>>. Este amor no va contra la ciencia y puede desencadenar en el científico un modo de pensar, sentir, decidir y actuar que le permite vivir religado al Misterio último de Dios de manera honesta y responsable.

José Antonio Pagola

Colaboración de Juan García de Paredes.