MARTÍN VALMASEDA
De pronto viene la tormenta, Dana, una palabra se pone de moda. Ya nos habíamos olvidado del libro del génesis, cuando Yahvé tomó un trozo de tierra húmeda - barro - hizo con él una figura humana, la sopló un aliento de vida y ahí tenemos al ser humano. Luego nos dijeron los exégetas que eso era un símbolo, pero todos los miércoles de ceniza nos ponen en la cabeza eso, la ceniza, y nos dicen "recuerda que eres polvo (mezclado con agua) y en polvo te convertirás". Aunque los evolucionistas nos dijeron después que la cosa fue más lenta que como lo cuenta la biblia; que primero se hizo la tierra y el agua (o sea el barro) y luego los seres vivos unicelulares y de ahí, resumiendo el proceso, los bichitos cada vez más complicados hasta llegar a los monos y de ellos a los Neandertales y de ahí, seguimos resumiendo, a Don Alberto Einstein...
Pero la realidad es que nuestro primer abuelo es el
barro y su costilla,
la abuela.
Pero aunque
haya avanzado tanto
la civilización, siguen
existiendo las masas de
barro que arrasan
todo lo que se
les pone delante, automóviles, casas,
vidas de
animales o personas;
las masas no
dejan de ser barro
arrasador. Eso lo
saben bien los
dictadores con su micrófono en mano
que saben "manejar
las masas". Cuando un hombre o mujer es experto, experta, en hablar a la multitud,
no a su inteligencia sino a su irritación a
su avidez, a su
codicia, a su violencia... entonces el homo sapiens
se convierte en
masa de barro arrasador que se lleva
por delante junto
con situaciones injustas
que había que eliminar,
gente buena y pacífica que no era de esa guerra pero que, como se dice. Pagan
justos por pecadores.
Eso es producto de
que a veces
el ser humano
que ha venido
del barro de vez
en cuando da marcha atrás y vuelve
a convertirse en
masa que manejan
algunos "listos" a su conveniencia.
Tengamos cuidado
en momentos de turbulencia,
para que no
nos conviertan también a
nosotros en barro
manejable.