Te damos gracias, Señor,
en este día festivo,
al celebrar, jubilosos,
la victoria de tus
hijos.
Son los "Santos" sin altares,
sin coronas ni
prestigio.
Pasaron por este mundo,
ocultos, sin meter
ruido.
Se parecieron sus vidas
a la del "grano de
trigo",
recostado en tierra
fértil
y en espiga florecido.
Caminaron tras Jesús,
siguiendo su mismo
estilo.
Ocho Bienaventuranzas
jalonaron su camino.
Como Jesús, fueron
pobres,
mansos, justos y
sufridos,
puros, misericordiosos,
llenos de paz,
perseguidos...
"En la Sangre del
Cordero
blanquearon sus
vestidos".
"En el "Libro
de la Vida"
están sus nombres
escritos.
También nosotros,
Señor,
soñamos igual
destino...
¡Que intercedan por
nosotros
tus santos, nuestros
amigos!