Quieres suscribirte al blog?

Colaborando con...

4 de diciembre de 2024

INOCENTE CONDENADO

El testimonio que estremeció en la 21º Jornada Ciudades por la Vida, en Madrid

"Llenad el mundo de bien y haréis posible lo imposible": Mario Flores, tras 20 años condenado a muerte

Mario Flores

En una celda diminuta, Mario Flores Urban encontró una libertad que no había disfrutado ni siquiera cuando era una promesa de los clavados, ni cuando se lo rifaban las mejores universidades de Estados Unidos

Descubrió que un buen número de sus compañeros eran migrantes latinos o afroamericanos, que gran cantidad de sentencias estaban basadas en un sistema lleno de fallos, y que los más pobres o pertenecientes a minorías tienen mucho más difícil defenderse

"Cuando se ejecuta a una persona, también se mata toda posibilidad de que pueda demostrar su inocencia"

Le gusta compartir y revivir su historia, porque es "una victoria contra una muerte que parecía inevitable" y puede servir para todo aquél que sienta desesperación y sufrimiento. "No se den por vencidos, el final no está escrito"

(Sant'Egidio Madrid).- En una celda diminuta en la que pasaba 23 horas diarias esperando su ejecución, Mario Flores Urban encontró una libertad que no había disfrutado ni siquiera cuando era una promesa de los clavados, ni cuando se lo rifaban las mejores universidades de Estados Unidos.

 Pasó sus mejores años en una prisión de máxima seguridad por un asesinato que no cometió, pero fue precisamente en ese lugar de dolor donde Mario hizo el viaje más importante de su vida: el camino hacia su interior. Gracias a ese viaje donde la Biblia fue su brújula, Mario se transformó en lo que es hoy: un abogado que pudo demostrar la inocencia de 13 compañeros del Corredor de la Muerte, un pintor de 43 óleos y un conferenciante internacional que defiende fervientemente los derechos humanos y lucha por la abolición de la pena capital.

Jornada contra la pena de muerte en Sant'Egidio

Su testimonio estremeció a jóvenes y adultos en dos conferencias durante su visita a Madrid con motivo de la 21º Jornada Ciudades por la Vidacontra la pena de muerte que organiza cada año la Comunidad de Sant’Egidio y el movimiento Jóvenes por la Paz, como parte de una gran movilización internacional de la sociedad civil por un mundo libre de pena de muerte y en favor de una forma más civilizada de justicia.

"En menos de media hora, un jurado determinó que mi vida no valía nada y me mandan a una prisión de máxima seguridad siendo inocente. Te dan una Biblia y te dicen que entregues tu alma, porque de aquí no hay salida"

Leyendo la Biblia se sintió profundamente conmovido por la historia de José el soñador, que como él, fue falsamente acusado, y que estando en prisión aprendió a interpretar sueños. También le inspiraron las vidas de Moisés y Juan El Bautista que se «purificaron» con la sed y la escasez del desierto.

Testimonio de Flores en la jornada contra la pena de muerte en Sant'Egidio

"Esa prisión y esa condena injusta fueron mi desierto. Muchas veces la soledad y la escasez nos ayudan a enfocarnos en la vida"

Antes de entrar en prisión, Mario era joven de 18 años con un futuro prometedor, un clavadista profesional que se proyectaba incluso para las Olimpiadas con ofrecimientos de estudios de prestigiosas universidades en Estados Unidos por su trayectoria deportiva. Todo ese futuro de éxito se ve truncado por la declaración de unos amigos de la infancia que le acusan de matar a un pandillero en una guerra entre bandas rivales.

"La única evidencia para condenarme eran las declaraciones de mis antiguos amigos que lo que buscaban en realidad era salvarse ellos"

En la antesala de la muerte, Mario descubre que un buen número de sus compañeros eran migrantes latinos o afroamericanos, que gran cantidad de sentencias estaban basadas en un sistema lleno de fallos, falta de pruebas o evidencias circunstanciales y que los más pobres o pertenecientes a minorías tienen mucho más difícil defenderse. 

Testimonio de Flores en la jornada contra la pena de muerte en Sant'Egidio

"Esa prisión y esa condena injusta fueron mi desierto. Muchas veces la soledad y la escasez nos ayudan a enfocarnos en la vida"

Antes de entrar en prisión, Mario era joven de 18 años con un futuro prometedor, un clavadista profesional que se proyectaba incluso para las Olimpiadas con ofrecimientos de estudios de prestigiosas universidades en Estados Unidos por su trayectoria deportiva. Todo ese futuro de éxito se ve truncado por la declaración de unos amigos de la infancia que le acusan de matar a un pandillero en una guerra entre bandas rivales.

"La única evidencia para condenarme eran las declaraciones de mis antiguos amigos que lo que buscaban en realidad era salvarse ellos"

En la antesala de la muerte, Mario descubre que un buen número de sus compañeros eran migrantes latinos o afroamericanos, que gran cantidad de sentencias estaban basadas en un sistema lleno de fallos, falta de pruebas o evidencias circunstanciales y que los más pobres o pertenecientes a minorías tienen mucho más difícil defenderse. 

Religión Digital