Comunidad Poqomchi, Maya Poqomchi’, Memoria comunitaria, Memoria Histórica
Si, sus risas, sus voces, sus caminares, sus miradas, sus proyectos, sus canciones, sus bromas, siguen estando presente en las mentes y corazones de quienes compartimos con ustedes. Cómo olvidar, los encuentros en las comunidades Poqomchi’ de San Cristóbal, sobre todo en estos días de diciembre. No importaba el frio y la lluvia, para poder compartir con los niños Poqomchi’ de las comunidades. Piñatas, dulces, cantos, juegos, café, pan y las guitarras eran las armas. Su objetivo, fue llevar alegría a los niños y niñas, para hacer más llevadera la pobreza y la miseria en la que se encontraban, producto del racismo y la discriminación a la que han sido objeto los pueblos mayas desde hace muchos años.
Las calles empedradas del municipio, así como los caminos históricos de las comunidades Poqomchi’, son testigos de los pasos que daban, sin importar el lodo, el hambre, porque solo pensaban en hacer reír a los niños y niñas, en medio del abandono injusto provocado por el Estado y los ricos del país.
Llegar a las
comunidades más lejanas, de ese entonces, como: el Cedral, Chikus, Santa Elena,
Mexabaj, Najtilabaj, Providencia, Santa María, El Naranjo, y muchas más,
significaba romper el círculo de la violencia racista que emprendieron los
pequeñoburgueses del municipio en contra de quienes nos llamaron “indios”,
apoyado muchas veces por los
pequeñoburgueses Poqomchi’ del municipio, quienes desde la colonia se
constituyeron en un grupo aparte junto a ricos ladinos y que desde esa
condición de clase explotaron, reprimieron y racializaron al “indio de la
comunidad”.
Hacerse comunidad fue
su calvario. Hacerse pueblo fue su sentencia.
Para quienes se creyeron dueños del municipio, cualquiera que optara por
los pobres y por los más humildes, se convirtió en su enemigo, como hasta
ahora. Quien asume con conciencia
caminar con el pueblo pobre para su liberación, era y sigue siendo un
estorbo. Para quienes no quieren a sus
hermanos humildes y pobres, la “violencia” es la mejor arma y por eso los
desaparecieron aquel 28 de diciembre de 1981 sin importar la lluvia y el frio.
Lázaro, Teresa,
Eduardo, Alfonso, Don Poli, Vita, Otto Macz, Otto Ical, Salva, El Negro, Luis,
Pelón, y muchos más, sus anhelos y esperanzas seguirán en nuestra memoria, para
seguir iluminando nuestra lucha, hasta culminar la liberación del pueblo.
Kajkoj Máximo Ba Tiul