Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

8 de enero de 2025

PALABRAS A VOLEO: REYES MAGOS

MARTÍN VALMASEDA 

Unos  dicen  que  los reyes  no  son  magos otros  dicen  que  los  magos  no  son  reyes otros que Reyes Magos  es el  nombre  de una  calle  de  Madrid  con  un  colegio.

Los  que  leen  el evangelio y  lo estudian  dicen  que  los  magos   son  tan  solo  una  leyenda  que  demuestra  que Jesús  de  Nazaret no  vino  sólo  a  que  lo  vieran  los pastores sino para que sabios de países extranjeros, los astrónomos  que miraban las estrellas se enterasen de que  no estaba  Jesusín de  Nazaret  en las estrellas que lo fueran a buscar a barrios  pobres... y  así  muchos  sabios  profesores, después de estar  mirando a las  estrellas  se montaron  en  carabelas  con  joroba  y  llegaron por  el  mar  hasta  América  latina  preguntando  a dictadores  de esas  tierras si  allí estaba un tal  Jesusín  de  Nazaret. Les dijeron entonces unos cuantos generales  que  si vieran  a  ese  Jesús  lo matarían  igual  que  habían  matado  a  un  tal  Romero por  querer  ser  el  salvador  de El  Salvador; como  otros  habían  muerto  por querer  convertir  a Guate-mala  en Guate-buena.  Y  entonces  un  servidor  de  ustedes  que  de  pequeño  dejó  de  creer  en  los  reyes  magos  ha  vuelto a  creer  en  Melchor, Gaspar  y Baltasar y desde Madrid  vuelve  a  escribir  a  Guatebuena  para  que  sigan buscando  la estrella  de  Jesús  de Nazaret  (aunque  no  esté  ya  acostado   en  el  pesebre  sino  gritando  por las  calles  del  mundo entero:   ¡¡¡Bienaventurados  los  pobres, los  mansos  los  perseguidos  por  buscar  la  justicia  porque  de  ellos es  la  estrella de   Belén!!!



MANIFIESTO ENERO 2025

Comenzamos nuestro primer círculo de silencio del año 2025, año en el que la iglesia celebra el año santo del jubileo, que tiene lugar cada 25 años. Este año especial está dedicado a la reconciliación, la conversión y la renovación espiritual, ofreciendo a los fieles la oportunidad de recibir la indulgencia plenaria.

Y en este primer círculo de 2025 no podemos evitar mirar atrás, al año 2024, un año que acabó sin precedentes de muertes en nuestras fronteras. Del 1 de enero al 15 de diciembre, 10.457 personas fallecieron o desaparecieron en su intento de migrar a España, un 58% más que las contabilizadas en 2023, según el informe de la organización Caminando Fronteras, elaborado a partir de su sistema de alertas de pateras en peligro a través del contacto directo con los supervivientes de las tragedias y los seres queridos de las víctimas. Dicho de otro modo, cada día, 30 personas perdieron la vida en aguas fronterizas; y 30 familias están con angustia a la espera de una llamada o un mensaje que nunca llega.

Fueron 293 tragedias ocurridas en las diferentes rutas recorridas por quienes intentan llegar a España, de las que 131 embarcaciones desaparecieron sin dejar rastro. De las víctimas, 1.538 eran menores y 421 eran mujeres. Estas cifras evidencian un fracaso profundo de los sistemas de rescate y de protección. Más de 10.400 personas muertas o desaparecidas en un solo año es una tragedia inadmisible. Ante esta realidad sangrante, urgimos a que se priorice la protección del derecho a la vida, se refuercen las operaciones de búsqueda y rescate, y se garantice la justicia para las víctimas y sus familias.

Donde más muertes se registraron fue por la ruta Atlántida, con 9.757 personas, pero aquí, en nuestra provincia, a escasos 100 kilómetros de distancia, también hubo personas ahogadas. Un total de 110 en el Estrecho.

Los números son fríos y distantes, y no solo hay fallecidos; Detrás de cada uno de los contabilizados hay una familia, un hogar, unos padres que están sufriendo la pérdida de sus seres queridos, que en la mayoría de las ocasiones no tienen sus cuerpos para poder darles una sepultura digna.

EVANGELIO DOMINGO 12/Enero/2025 -(Lucas 3,15-16-21-22).Reflexiones de Pagola

BAUTISMO DE JESÚS

En aquel tiempo, el pueblo estaba en expectación y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos:

Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él los bautizará con Espíritu Santo y fuego.

En un bautismo general, Jesús también se bautizó.

Y, mientras oraba, se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma, y vino una voz del cielo:

Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto ( Lucas 3,15-16.21-22).

VIVIR CON EL ESPÍRITU DE JESÚS

Son bastantes los <<cristianos>> que se han quedado en la religión del Bautista. Han sido bautizados con <<agua>>, pero no conocen el bautismo del <<Espíritu>>. Tal vez lo primero que necesitamos todos es dejarnos transformar por el Espíritu que desciende sobre Jesús. ¿Cómo es su vida después de recibir el Espíritu de Dios?.

Es el momento de acoger a un Dios Padre que busca hacer de la humanidad una familia más justa y fraterna.

Quién no vive desde esta perspectiva no conoce todavía qué es ser cristiano.

El mundo ha de saber lo bueno que es este Dios que busca y acoge a sus hijos perdidos porque solo quiere salvar, nunca condenar.

La gente tiene que sentir la bondad de Dios en su propia carne.

CONFIANZA Y DOCILIDAD

Jesús vivió en el Jordán una experiencia que marcó para siempre su vida.

<<Los cielos se rasgan>>: ya no hay distancias;

Dios se comunica íntimamente con Jesús. Se oye <<una voz venida del cielo: “Tú eres mi hijo querido.

En ti me complazco”>>.

Jesús confía en Dios de manera espontánea. Se abandona a él sin recelos ni cálculos. No vive nada de forma forzada o artificial. Confía en Dios. Se siente hijo querido.

Por eso enseña a todos a llamar a Dios <<Padre>>.

Le apena la <<fe pequeña>> de sus discípulos.

En tiempos de crisis de fe no hay que perderse en lo accidental y secundario. Hemos de cuidar lo esencial: la confianza total en Dios y la docilidad humilde. Todo lo demás viene después.

VIVIR CON EL ESPÍRITU DE JESÚS

Lectura del 1er libro de Samuel            1,20-22.24-28

Resumen: una mujer estéril se dirige a Dios en su oración y es escuchada. Su hijo, Samuel será presentado en el Templo como agradecimiento a Dios por el favor recibido.

En un pueblo, llamado Ramatáin, más tarde Ramá y luego Arimatea, un hombre llamado Elcaná estaba casado (1 Samuel 1,1). Tenía dos mujeres, Peniná y Ana (1,2). Ésta era la preferida de Elcaná (1,5), pero no tenía hijos.  Era un hombre religioso y año a año peregrinaba al santuario (1,3). Esto, entre otras cosas, es indicio de que la esterilidad de Ana no era a causa de su infidelidad, sino de otra cosa. “Yavé había cerrado su seno” (1,5), se dice. Como tener hijos era un indicio visible de la bendición de Dios, Peniná se burlaba y ofendía a Ana, tanto que se la presenta como “rival” (1,6). Aparentemente la ofendía especialmente cuando iban al Templo (1,7), seguramente para resaltar que ella era bendecida por Dios, mientras no lo era la otra. La tristeza la embarga a Ana que en las peregrinaciones se negaba a comer (1,7-8).

Un día, después de haber comido se dirigió al Santuario donde la vio el sacerdote Eli. Ella empezó una intensa oración en medio de la amargura. Como es habitual en Israel, la lamentación o súplica, manifiesta su dolor por alguna/s razón/es, pero se manifiesta tan confiada en la intervención de Dios que suele terminar en alegría confiada. Ana pide un hijo, que sea signo de la bendición y no apariencia de maldición divina, y a su vez pide justicia frente a su rival. Por eso se compromete a entregar a su hijo al templo cuando éste nazca (1,11), será un consagrado. Una escena pintoresca acompaña este voto de Ana. El sacerdote Eli, al no escucharla hablar en voz alta, tal como era la costumbre, piensa que Ana está borracha -como también era la costumbre en las fiestas- y le dice que vaya afuera a vomitar su alcohol (1,14). Esto da pie a Ana a expresar su dolor al sacerdote que la manda en paz y le desea que Dios la escuche (1,17). Esto parece haber llenado de consuelo a Ana, como si Dios mismo le hubiera hablado, y “comió y ya no pareció la misma” (1,18). Ana halló “gracia” ante Dios (Ana quiere decir “gracia”, hanna en hebreo) y Dios “se acordó de Ana” (1,19) que engendró un hijo: Samuel. Como todos los años, Elcaná subió con su familia al santuario, pero Ana permaneció con el niño. Como su promesa era entregarlo al Templo, quería esperar el destete (aproximadamente a los 3 años en aquellos tiempos) para ofrecerlo en la primera ocasión. Así lo hizo y se lo presentó al sacerdote Elí recordándole la conversación tenida entonces.

Ana, a continuación entona un cántico (1 Sam 2,1-10) expresando en el Salmo la alegría por la intervención de Dios “porque” (los himnos suelen tener un “porque” en la poesía hebrea). La referencia a los que dicen arrogancias, palabras altaneras, que él juzga las acciones, que Dios quiebra a los fuertes, que la estéril da a luz siete hijos y la madre de hijos queda estéril, levanta del polvo al humilde, y los malos perecen en tinieblas, los rivales quedan quebrantados, pues Yavé es el que juzga, en este contexto no puede sino referir a Peniná. Lo cierto es que, después de esto, y de que año a año Ana llevaba un vestido a Samuel (2,19), Dios le concedió tener otros tres hijos y dos hijas. Y aquí termina la historia de Ana ya que comienza en adelante a hablarse de su hijo, Samuel.

Podemos tener presentes varios elementos de esta mujer: la burla de la otra mujer de Elcaná, la ofensa del sacerdote Eli, o incluso el voto y la ofrenda de su hijo que inspirarán después la leyenda de los padres de María -Joaquín y ¡Ana!- presentandola en el Templo. Pero conviene detenernos en otro aspecto: como persona religiosa, Ana confía plenamente en Dios. Llora, se apena, se niega a comer, se lamenta, pero precisamente su confianza en Dios le hace saber que su oración será escuchada. Precisamente como expresión visible de su bendición, como también lo es en el caso de otras mujeres estériles, matriarcas de Israel, como Sara, o la mamá de Sansón, o lo será luego la mamá del Bautista. Y por otro lado, también como persona religiosa, al recibir el signo de la bendición no puede sino cantar el agradecimiento a Dios “por” su obra en ella. Es interesante que un salmista, que tomó para su canto una parte del cántico de Ana (Salmo 113,7-8), parece terminar haciendo referencia a ella: “Asienta a la estéril en su casa, como madre feliz con hijos” (v.9).

Lucas nos narra que otra mujer, llena de “gracia” también tomará mucho de este cántico para hacer el suyo, el Magnificat de María. Ana aparece entonces como una persona que confía que la “gracia” de Dios la acompaña en su vida, y sea en el dolor o en la alegría, en la burla de otros o el cariño, sabe que Dios “se acuerda de ella” y -en esto- se acuerda de su pueblo.

Primera carta de san Juan                     3,1-2.-21-24

Resumen: el inmenso amor de Dios por los suyos los engendra como hijos, y son ya ahora en el presente una realidad que – además – será más plena en la manifestación futura. Algo incomprensible para quienes no sean “hijos de Dios” sino que sean “del mundo” y por tanto sean incapaces de “conocer” y – por tanto – de vivir la justicia y la santidad como Jesús.

La carta Primera de Juan está escrita en un evidente marco polémico. Al interno de la comunidad aparecen algunos que dicen o hacen cosas que el autor de la carta considera contrarias a lo que el discípulo fundados (el discípulo Amado) había puesto como cimientos. Muchos vocativos parecen marcar los ritmos del texto (“queridos”, “hijos míos”, “hermanos”…); por otra parte, es evidente que los frecuentes “si alguno dice…”, “todo el que...” son indicios de que había en la comunidad quienes lo decían o hacían. Con un pequeño paréntesis sobre el ser y obrar como “hijos de Dios” Juan introduce una nueva unidad en la carta (paréntesis que parece introducido por los vv. 2,28-29 que son conclusión de lo anterior y nuevo comienzo). Luego de este paréntesis, desarrollará las características que tiene la vida cristiana (ser de la justicia y enfrentar el pecado [3,3-10], ser del amor y la vida, enfrentar los asesinos [3,11-24], ser de Dios, no del mundo [4,1-6]).

Hay muchos elementos que hemos visto la semana anterior (amor, conocimiento [es importante recordar que este conocimiento no se refiere a algo “racional”, como el que proponen los espiritualistas que “conocen a Dios”, sino una experiencia e intimidad profunda]), pero hay elementos nuevos que merecen ser mirados:

El versículo introductorio (2,29) establece una estrecha relación entre Dios, que es justo, y el cristiano que debe “obrar la justicia”. Sin duda que el tema es claramente conflictivo con los grupos que proponen un espiritualismo que los aísla del hermano/a. Obrar la “justicia” (entendida en sentido semita, como “vivir plenamente acorde a la voluntad de Dios”) no es habitual en los “espiritualistas que sólo pretenden mirarse en su relación personal (individual) con Dios. En ese sentido, en Juan, no parece distinto “obrar la justicia” que vivir “el amor”. Pero lo importante, además, es que ese tal “ha nacido de él” (si bien se dice que “Jesús es justo” [1,9; 2,1; 3,7], en este caso parece decirse de Dios). De allí que dedique, el autor, los siguientes dos versículos a desarrollar esta generación divina. Esto supone no un mero “título” sino una “generación”, una trasformación de las personas. Sin duda esto empieza a insinuar la confrontación que se desarrollará en los versículos que siguen ya que hay otros “hijos”, del diablo (3,8), de Caín (3,12), del anticristo (4,3), del mundo (4,5). La filiación se reconocerá en el obrar, pero no lo sabrán “conocer” los que son “del mundo”. Como se ve, el autor se mueve ante tipos contrapuestos (el mismo Caín es tipo del homicidio) que supone dos modos de ser y – por tanto – de obrar, la justicia o el pecado.

Es interesante que ante la nueva dimensión existencial, el texto habla del aspecto presente (lo que somos, 3,1b-2a) y lo que seremos (3,2b-c). El presente y el futuro. Pero esto es obrado – en el presente – por Dios en los hijos al “engendrarlos” (2,29), y tiene consecuencias: no son “del mundo” que es el ambiente que rechaza a Jesús (no debe entenderse en sentido platónico ni –menos aun en 1 Jn – espiritualista como “ciudadanos del cielo”; ver Jn 15,18-19; 17,14-16). Los “hijos” deben llevar una vida justa como la de Cristo (Jn 13,15.34; 15,12; 17,17-19), y tienen la esperanza puesta en el futuro (Jn 5,28-29; 17,24).

El tema del “futuro” no es un tema muy frecuente en Juan como es sabido. Sin embargo no es ajeno a un tema importante en el cristianismo desde los orígenes, como es la venida futura de Jesús (aparentemente a eso se refiere el futuro: “aún no se ha manifestado”, “cuando se manifieste”). Quien “conoce” a Dios es asemejado a él, “engendrado”; y en la tradición joánica, esta experiencia es mediada por Jesús: él poseyó el nombre divino y la igualdad con Dios (Jn 17,11-12); compartió este nombre con los discípulos (17,6.26), y estos han participado del destino de Jesús a manos del mundo (15,21) y contemplarán su gloria (17,24).

Cuando dice "Miren qué amor nos ha tenido el Padre», debemos pensar en Jesús, la fuente de la filiación, el amor encarnado de Dios dado por nosotros. El mundo es incapaz de conocer a Dios y a su enviado, por tanto, incapaz de conocer a sus hijos, que se asemejan a él. En el retorno de Jesús, cuando los hijos engendrados vean a Dios como es, la semejanza será aún mayor. La santidad / justicia es nuestra mejor preparación para ser semejantes a Dios y para verlo / conocerlo.

Con un “hijos míos” comienza la unidad litúrgica (el vocativo “queridos” de v.21 no marca una nueva unidad ya que continúa la referencia a la conciencia, cf. 19.20 y 21). En 4,1 un nuevo vocativo (“queridos”) da comienzo a un nuevo apartado.

El acento está en “no amar de palabra o con la boca” (v.18) sino “guardar” los “mandamientos” (22.24). Es evidente que el mandamiento es el tema central de la unidad (y de otras partes de la carta) haciendo referencia al “mandamiento del amor” que Jesús destaca en la despedida a los suyos en el Cuarto Evangelio. El primer contraste está dado entre “palabras” y “boca”, que se asemeja a los que “dicen” pero son “mentirosos” (cf. 2,4.22; 4,20) ya que no hacen aquello que dicen, por un lado, y las “obras” y la “verdad” por el otro. Ambos pares son sinónimos. La verdad, en Juan (como en general en la Biblia) no se trata de una teoría, sino de una praxis. La verdad se obra, se vive (Jn 3,21; 1 Jn 1,6; 3 Jn 8; cf. Tob 3,2; 13,6; Sal 33,4; 111,7; Ez 18,9; Dan 3,27; 4,34). Es por eso que “somos” de la verdad (v.19) porque “guardamos sus mandamientos”.

El mandamiento (aunque en v.22 se mencione en plural, a continuación se lo presenta en singular como “un” mandamiento, v.23) tiene una doble dimensión: creer en el nombre de su Hijo y que nos amemos unos a otros “según el mandamiento que nos dio” (de esto habla el Evangelio de hoy y el de la próxima semana, precisamente). El cumplimiento de estos mandamientos provoca la “permanencia” (ver Evangelio de hoy) que es una inter-habitación mutua: él en Dios y Dios en él. Y esto en relación al espíritu que ha sido “dado”. La referencia al discurso de despedida de Juan es evidente y remitimos a esto.

Parece muy probable que en la comunidad empiezan a surgir algunos que insisten en que el ser discípulos es solamente amar a Dios y desentenderse de los hermanos. Este espiritualismo creciente (que culminará en fractura en la comunidad, como se ve en las cartas 2ª y 3ª) es ante lo que el autor alega haciendo referencia a los momentos originarios de los dichos de Jesús tal como el Discípulo Amado los ha transmitido y se encuentran en el Evangelio y por eso repite el contexto “original”.

+ Evangelio según san Lucas               2, 41-52

Resumen: Jesús se dedica a las cosas de su Padre aunque eso desconcierte a su familia, la cual con el ejemplo le enseña a estar atento a las cosas de Dios en la fidelidad a sus caminos.

El Evangelio de Lucas, como es sabido, no pretende hacer una presentación de la “Sagrada Familia”, aunque haga referencia a los padres de Jesús. Veamos el texto y digamos, después, algo de la familia de Nazaret.

El texto tiene algunos elementos que enriquecen el relato, y otros elementos que parecen sin importancia, casi a modo de leyenda. Las opiniones de los autores se mueven entre extremos, desde los que opinan que es un hecho histórico, confiado a Lucas por María y que presenta a Jesús como la “Sabiduría personificada” de la que hacen referencia los escritos sapienciales, hasta los que afirman que es un relato legendario y sin ningún sustento, al estilo de algunos narrados por los evangelios apócrifos. Hay elementos que “incomodan”, como por ejemplo, ¿por qué no entienden los padres de Jesús su referencia al “padre” si ya conocen lo extraordinario de su nacimiento? Además, hay elementos que no son claros: la frase “a los tres días”, ¿es una alusión velada a la resurrección?, ¿cómo hay que entender “en lo de mi padre”? La actitud de Jesús sentado entre los maestros, ¿es de discípulo o de docente? Hay muchos elementos que pueden discutirse y cuestionarse.

El marco es típicamente de Lucas. Jesús, en su evangelio, “sube a Jerusalén” una vez, para la Pascua. Allí confluye todo el relato del Evangelio, el cual -como se sabe- dedica un importante bloque a este viaje a la Ciudad Santa. El marco de este relato también es un viaje a Jerusalén para la pascua. Es cierto que otros elementos no parecen propios de Lucas, por lo que se ha propuesto – y nos parece probable – que el evangelista haya conocido este relato y -con ligeros retoques- lo haya incorporado tardíamente a su evangelio; el final de v.52, muy semejante a v.40 es un nuevo elemento que invita a esta conclusión (Lucas incorpora un texto y para “cerrar” el bloque, repite la idea con la que antes lo había terminado). Así se comprende, por ejemplo, que los padres no comprendieran el dicho de Jesús (y que José sea presentado como “padre”, cuando en el conjunto de textos anteriores sabemos bien que no lo es. Probablemente, el texto que Lucas incorpora no conociera el dato de la concepción virginal). El relato no pretende entrar en detalles, por eso es inútil preguntarse por qué los padres lo olvidan, pierden o dejan; a lo que el texto apunta es a destacar el encuentro y las palabras de Jesús, que es lo principal de la unidad. Jesús las pronuncia a partir de las palabras de su madre, en juego de palabras, por lo que tampoco estas son fundamentales para el comentario.

Que Jesús esté “sentado en medio de los maestros” no debe verse necesariamente como algo extraordinario. Estar “sentado” puede ser la actitud de enseñar (Lc 5,3; ver Mt 23,2; 26,55) pero también la del discípulo (Hch 22,3). El hecho – inusual en Lc – de que los llame “maestros” parece invitar a la segunda. Lucas ha manifestado predilección por los pares de miembros (“parientes y conocidos”, v.45, por ejemplo), “talento y respuestas” parece, entonces, algo frecuente en él. Ya sabemos, y se repetirá, que Jesús crece en sabiduría, es lógico, entonces, que tenga talento y haga preguntas, pero esto no habla de que sea “la sabiduría” sino que “crece en ella”, como lo confirman los dichos que Lc pone a modo de marco en vv.40 y 52).

La pregunta de la madre lleva a la afirmación de Jesús sobre el padre, pero – “debía estar en lo de mi padre” – puede entenderse de diferentes maneras: en los “parientes” de mi padre (en ese caso se referiría a los “maestros”, lo que resulta extraño), en “la casa de mi padre” y se referiría al Templo, o en “las cosas de mi padre” y se referiría a su formación en la lectura de la ley. La referencia al Templo es probable dado que en los evangelios de la infancia hay una insistencia en la fidelidad de los padres de Jesús a las cosas mandadas por la ley, y al comienzo se nos ha insistido en que peregrinaban todas las pascuas al templo, tal como estaba mandado (más allá de si un muchacho de 12 años debía o no hacerlo). Sea como fuere, el acento está puesto en la respuesta de Jesús, particularmente en la referencia a su “padre”. La cristología había ido avanzando en el reconocimiento de la filiación divina de Jesús. Lo que en textos como Rom 1,3-4 era dicho desde la resurrección (“constituido hijo de Dios por la resurrección”), al ponerse en narrativa evangélica era dicho desde el bautismo (“tú eres mi hijo...”, Mc 1,11). Sin embargo, Mateo y Lucas se remontan a la infancia, y entonces señalan que esta filiación está dada desde el comienzo (Mt 2,15; Lc 1,32), por intervención del Espíritu Santo (Mt 1,20; Lc 1,35). Esto queda visiblemente destacado en este texto donde Jesús afirma claramente su filiación divina: “mi padre” refiere indiscutiblemente a Dios, especialmente en el contraste dado en el texto con la paternidad de José.

Podemos decir, entonces, que el texto destaca una proclamación cristológica presentada en un relato que puede tener elementos legendarios o meramente narrativos, pero que pretende señalar esta relación entre Jesús y su Padre celestial como fundamental de toda su vida (“debía”) y lo que marcará su ministerio.

Son pocos los textos en el NT en los que se presenta a la “Sagrada Familia”, y aunque el texto no tiene la intención precisa de hablar “sobre” ella, hace referencia a ella al incorporarlos en el relato. Es característico de la narración de Lucas que se destaque la fidelidad de los padres de Jesús a lo que está mandado en la ley; en este texto los encontramos peregrinando a Jerusalén para la Pascua. E incluso, aunque no se centre en ellos el relato, es en este “marco familiar” donde Jesús aprende la fidelidad a las cosas de su Padre, donde crece en sabiduría y donde “les estaba sumiso”, porque observa el mandamiento de honrar padre y madre (ver Prov 3,4). El relato se nos presenta, entonces, como una transición entre la infancia, de la que había venido hablando y la adultez de la que comenzará a hablar a continuación; transición en la que su familia ocupará un rol fundamental.

El marco “folclórico” del Evangelio de hoy nos muestra algo que es aparentemente frecuente: una peregrinación: “todos los años”, “para la Pascua”, “Jerusalén”. Así nos encontramos a María y José presentados como judíos fieles, y personas religiosas, y buenos padres en la educación de su hijo. Dentro de esto habitual, ocurre lo inesperado: el muchacho se pierde, y – lógicamente – los padres se angustian. Dejemos de lado el marco que nos puede llevar a equívocos, como preguntarnos cosas a las que al autor del relato no le interesaba dar respuestas. Lo que importa, sobre todo, es presentar a Jesús, lo cual es lo que siempre hacen los Evangelios. María y José son – entiéndase bien – “actores de reparto” en esta “escena”, ellos son el “marco” religioso en el que se desarrolla la vida de Jesús. Por esa religiosidad es que aunque no comprendan los planes de Dios ("no comprendieron la respuesta que les dio") igualmente los meditan y rumian en el corazón. Es a ellos a quienes Jesús les está sujeto. Es con ellos con quienes Jesús peregrina "como de costumbre" al Santuario. Es de ellos de quienes Jesús aprende y con quienes crece "en sabiduría y en gracia"...

Como es evidente, y el mismo dramatismo de la escena lo pone de manifiesto, la clave está en el re-encuentro. Dos cosas llaman especialmente la atención: el niño entre los doctores, y la respuesta del muchacho a la pregunta de la madre. Generalmente se ha puesto más de realce la primera, pero parece que el acento debe ponerse en la segunda. Vemos: no se dice que el joven “enseñe”, sino que “pregunta y responde”, lo cual puede ser una actitud de discípulo, no necesariamente de maestro (algunos han pretendido que estar “sentado en el medio” era una actitud doctoral, pero – como hemos dicho – también puede ser actitud de discípulo). Lo que sí es importante en esto: la sed de aprender las cosas de Dios que nos manifiesta el hecho de que Jesús se haya quedado en el templo, y que en lugar de estar preocupado por estar perdido esté atento a “dejarse enseñar”. El niño no manifiesta angustia, sino sabiduría. La sed de Dios que los padres le han inculcado con el ejemplo de vida piadosa, files a la Ley, atentos a los profetas, respetuosos de las fiestas no ha caído en saco roto, sino en tierra fértil, y los doce años son buena edad para empezar a manifestarlo. Lo que el niño manifiesta, entonces, es una gran sed de Dios, de conocer sus caminos, y así como muchos en el futuro se admirarán de sus milagros y de que hable con autoridad, así ahora se admiran de sus preguntas y respuestas. La familia empieza a mostrar su retoño.

Aunque ya sepamos que el nacimiento de Jesús es virginal, la madre hace referencia a “tu padre y yo” para dar paso a la re-pregunta de Jesús: ¿no sabían? “Lo de mi padre” puede interpretarse de diferentes maneras, pero sobre todo destaca que Jesús se reconoce como “hijo de Dios” y esto está en el centro del relato. Una de las cosas más importantes que se dicen de Jesús en todo el Nuevo Testamento es que es hijo de Dios, y esto ya se señala claramente desde la infancia. Pero esa relación tan estrecha y personal con su padre del cielo, encuentra un “humus” en su familia en la tierra que con la palabra y el ejemplo le muestra el camino de la fidelidad, la docilidad y verdadera sabiduría “sabiendo” reconocer la voluntad de Dios.

Hoy la liturgia nos presenta a Jesús y a sus padres; mirándolos podremos aprender la verdadera religiosidad, la de quienes están dispuestos a dejarse enseñar por Dios aunque no comprendamos muchas veces, la de rumiar las cosas de Dios para dejarlo crecer en nuestro corazón y buscar, a veces a oscuras, que se haga su voluntad y su proyecto. Así, en esa búsqueda y fidelidad, aprenderemos a andar en los caminos de Dios, de quien Jesús nos hizo hijos.

Religión Digital


PALABRAS PARA EL SILENCIO - DIOS (Sólo Dios)

Dios (Sólo Dios)

Sólo Dios puede dar el amor;

pero tú puedes ser el instrumento

por medio del cual llegue el amor.

 

Sólo Dios es capaz de fabricar el

milagro de la carne de un niño;

pero tú puedes hacerlo sonreír.

 

Sólo Dios puede devolverle

fuerzas a un anciano;

pero tú puedes demostrarle

que no está solo

y sus opiniones te siguen

interesando.

 

Sólo Dios hace que bajo el sol

crezcan los trigales;

pero tú puedes triturar ese grano

y repartir ese pan.

ENTREVISTA AL PAPA

 En entrevista con Canal Orbe 21, repudia las acciones “criminales” en Ucrania y Gaza

"Pequeños monstruitos aferrados a la Iglesia”: Francisco, sobre los católicos enrolados en la 'batalla cultural'


Un momento de la entrevista con el canal argentino RD/Captura

El Santo Padre concede una larga entrevista al Canal Orbe 21 de la Arquidiócesis de Buenos Aires, en la que reflexiona sobre los conflictos globales, la polarización social y el futuro de la Iglesia

El Papa aboga por la necesidad de un diálogo genuino para resolver los problemas del mundo. También advierte el peligro de la "autodestrucción" que las guerras actuales representan para la humanidad

(Vatican News).- "Hablamos de la paz, pero seguimos fabricando armas para matar". El Papa Francisco vuelve a denunciar la contradicción entre los llamados a la paz y el continuo impulso armamentista global. El Pontífice comparte estas consideraciones durante una extensa entrevista con la periodista Bernarda Llorente, publicada el viernes 20 de diciembre por el Canal Orbe 21, de la Arquidiócesis de

La conversación, grabada tras la segunda sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, se emite a cuatro días del inicio del Jubileo de 2025, previsto para el martes 24 de diciembre.

En el diálogo, el Santo Padre destaca que, a pesar de los esfuerzos de las organizaciones internacionales por promover la paz, los intereses económicos y políticos a menudo sabotean esos intentos. "La guerra no se puede resolver con la destrucción de una de las partes. Se resuelve con el diálogo", insiste.

Francisco señala lo que considera "una tendencia universal a la autodestrucción por la guerra”. En particular, al referirse a los conflictos en Ucrania y Tierra Santa, el Papa repudia las acciones “criminales”, que, según su juicio, se asemejan más a técnicas de guerrilla que a una guerra convencional.

En alusión a Gaza, añade: “Cuando te encontrás con que una mamá con sus dos chicos  pasa por la calle, porque fue a buscar una cosa a su casa y vuelve a la parroquia donde está viviendo y la ametrallan porque sí, no es una guerra, con las reglas normales de una guerra. Es tremendo”.

Preocupación por Ucrania

Hablando de la guerra en Ucrania, Francisco evidencia que existe una “gran hipocresía”. Según él, a pesar de la urgencia de un tratado, cuando uno habla de paz, "empiezan a bailar el minué con cosas secundarias”. En este contexto, expresa su preocupación por la situación de los jóvenes que se alistan para combatir: “Ocurre que no tienen tantos hombres, en cambio Rusia tiene muchos".

El Papa también reflexiona sobre el deterioro de las instituciones. Si bien no sabe precisar los mecanismos exactos que están fallando, reconoce que “existe una falla en la ética personal”. Sobre los encuentros internacionales que buscan la paz, considera que, en ocasiones, “son encuentros de intereses más que de un verdadero compromiso por la paz”.

HERODES SIGUE VIVO ENTRE NOSOTROS

Pedro Pierre

Terminamos el año 2024 con un escándalo estatal mayúsculo: la desaparición forzada de 4 niños negros del sur de Guayaquil a manos de militares de la Fuerza Aérea del Ecuador.

No olvidemos los nombres de ellos que tenían de 11 a 15 años: Josué e Ismael Arroyo, Steven Medina y Saúl Arboleda. ¡Qué triste Nochebuena habrán pasado su padres, familiares y amigos! Una canción al estilo reguetón permitirá que perdure su memoria entre nosotros: “¡Vivos se los llevaron, vivos los devuelvan!”

La solidaridad ciudadana logró tumbar el cerco mediático y gubernamental que escondía la realidad vergonzosa ocurrida 15 días antes, exactamente el 8 de diciembre. Un grupo de niños regresaba a sus hogares al principio de la noche de un partido de futbol en una cancha de las Malvinas cuando un grupo de 16 marinos los persiguieron y se llevaron a 4 de ellos a su base militar de Taura, a más de 40 kilómetros de Guayaquil, donde los desnudaron y los golpearon. Luego de la llamada de uno de ellos a su papá, no se supo más de ellos:

“Papá, ¡sálvame!”. Una nutrida manifestación frente a la Fiscalía de Josué, Ismael, Steven y Saúl, negros… ¡todos nombres bíblicos!

Guayaquil puso el dedo en la llaga reclamando justicia, su inmediata aparición y el castigo a los responsables. En otras ciudades del país hubo también semejantes plantones. Las autoridades militares, judiciales y gubernamentales no supieron dar información del paradero de los niños. ¡Al presidente se le ocurrió declararlos “héroes nacionales” como si hubieran muertos en una hazaña patriótica! Nos enteramos que varios padres de familias de distintas provincias del país reclaman en vano la desaparición de alguno de sus hijos. Nadie logra decirnos ‘dónde están’. No se puede menos que recordar los nefastos tiempos del ex presidente León Febrés Cordero con las desapariciones a manos de agentes policiales de la maestra y socióloga Consuelo Benavides de 36 años y de los 2 hermanos Restrepo, Carlos Santiago y Pedro Andrés de 17 y 14 años, cuyos restos nunca se encontraron. ¿No será de pena y de dolor por lo que acaba de morir el valiente padre de estos 2 jóvenes al ver que se repite semejante tragedia?

SÓLO SÉ QUE SE LLAMA JESUCRISTO

Este poema de Gabriela Mistral (chilena),

tal vez sea uno de los que mejor reflejan el espíritu de Navidad.

Premio Nobel de literatura en 1945. Vale la pena leerlo y meditarlo.

 


Que si nació hoy,

que si nació ayer,

que si nació aquí,

que si nació allá.

 

Que si murió a los 33,

que si murió a los 36.

Que cuántos clavos,

que cuántos panes y pescados.

 

Que si eran reyes, que si eran magos.

Que si tenía hermanos,

que si no tenía.

 

Que dónde está, que cuándo vuelve.

Yo, lo único que sé es que…

A mí me tomó de la mano

cuando más lo necesitaba.

 

Me enseñó a sonreír y a agradecer

por las pequeñas cosas.

Me enseñó a llorar con fuerzas y a dejar ir.

Me enseñó a despertarme agradecido

y a acostarme con la cabeza tranquila.

 

A caminar muy lento y sin preocupaciones.

Me enseñó a abrazar al que me necesita.

Me enseñó mucho, me enseñó todo.

Me enseñó a quererme con ganas.

 

A querer a quien está al lado y a darle la mano.

Me enseñó que siempre me está hablando

en lo cotidiano, en lo sencillo,

a manera de mensajes

y que, para escucharlo,

tengo que tener abierto el corazón.

LAS MENTIRAS QUE NOS CUENTAN LOS SUPER RICOS CAPITALISTAS

Eres pobre porque quieres": desmontando mitos sobre la pobreza


Los 10 mitos sobre la pobreza desmontados

1. "Eres pobre porque quieres"

2. "Trabajando podrás salir de la pobreza"



3. "Los países pobres están condenados a seguir siendo pobres"

4. "La pobreza solo existe en los países pobres"

OTROS MUNDOS DEL MUNDO: INDIA

Caminando por la ciudad

  

Explore Vrindavan Mathura India – Ciudad de  Krishna 

INDIA TRAVEL WALK

1 de enero de 2025

PALABRAS A VOLEO: AÑO NUEVO NO TE CONFORMES

MARTÍN VALMASEDA 

No te  conformes   

con  esas  formas

no  te  acomodes

con  esas   normas

con  lo  de  siempre

que  te  acongoja;

lo  repetido

que te  desborda

lo que  hacen  todos

y es  la  manera

como  los  ricos,

hacen  la  historia

mientras  los pobres

van  a  su  sombra

van  recogiendo

solo las  sobras

de  los  que tienen

y no  se  abochornan

en  dar  un poco,

como  limosna.

EVANGELIO DOMINGO 5 - ENERO- 2025 - (Juan 1, 1-18) - Reflexiones de Pagola

EL ROSTRO HUMANO DE DIOS

En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la palabra era Dios. La palabra en el principio estaba junto a Dios.

Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho.

En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.

Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: este venía como testigo para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.

La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.

Pero a cuantos la recibieron les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Estos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria:

Juan da testimonio de él y grita diciendo: <<El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo>>.

Pues de su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia: porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron de Jesucristo.

A Dios nadie lo ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, es quién lo ha dado a conocer (Juan 1,1-18).

EL ROSTRO HUMANO DE DIOS

<<La palabra de Dios se ha hecho carne>> Dios no es mudo. No ha permanecido callado, encerrado para siempre en su Misterio. Dios se nos ha querido comunicar.

Pero Dios se nos ha comunicado por medio de conceptos y doctrinas sublimes que solo pueden entender los doctos. Su Palabra se ha encarnado en la vida entrañable de Jesús, para que lo puedan entender hasta los más sencillos, los que saben conmoverse ante la bondad, el amor y la verdad que se encierra en su vida.

<<A Dios nadie lo ha visto jamás>>. Los profetas, los sacerdotes, los maestros de la ley hablan mucho de Dios, pero ninguno había visto su rostro. Lo mismo sucede hoy entre nosotros: en la Iglesia hablamos mucho de Dios, pero ninguno de nosotros lo ha visto.

No lo hemos de olvidar. Solo Jesús nos ha contado cómo es Dios. Solo él es la fuente para acercarnos a su Misterio.

Cuántas ideas raquíticas y poco humanas de Dios hemos de desaprender para dejarnos atraer y seducir por ese Dios que se nos revela en Jesús.

Cómo cambia todo cuando captamos por fin que Jesús es el rostro humano de Dios. Todo se hace más sencillo y más claro. Ahora sabemos como nos mira Dios cuando sufrimos, cómo nos busca cuando nos perdemos, como nos entiende y perdona cuando lo negamos. En él se nos revela <<la gracia y la verdad>> de Dios.

RECUPERAR A JESÚS

El evangelio de Juan nos recuerda de manera rotunda una convicción que atraviesa toda la tradición bíblica: <<A Dios no lo ha visto nadie jamás>>.

Entonces, ¿cómo purificar nuestras imágenes para no desfigurar su misterio santo?. Solo Jesús, el Hijo único de Dios, es <<quien lo ha dado a conocer>>. En ninguna parte nos descubre Dios su corazón y nos muestra su rostro como en Jesús.

Dios nos ha dicho cómo es encarnándose en Jesús. No se ha revelado en doctrinas y fórmulas teológicas complicadas, sino en la vida entrañable de Jesús, en su comportamiento y su mensaje, en su entrega hasta la muerte y en su resurrección. Para encontrar a Dios hemos de acercarnos a ese hombre concreto en el que él sale a nuestro encuentro.

Siempre que el cristianismo olvida a Jesús corre el riesgo de alejarse del Dios verdadero, para sustituirlo por imágenes empobrecidas que desfiguran su rostro y nos impiden colaborar en su proyecto de construir un mundo nuevo más liberado, justo y fraterno. Por eso es tan urgente recuperar la humanidad de Jesús.