Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

29 de enero de 2025

EX-PRESOS POLÍTICOS NICARAGÜENSES

PERMANECEN EN LIMBO MIGRACIÓN EN GUATEMALA

ACNUR, Daniel Ortega, Derechos humanos, Dictadura, Estados Unidos, Exilio forzado, Gobierno de Arévalo, Nicaragua


Incertidumbre, esperanza, miedo y tristeza, son sentimientos que emergen en medio del limbo migratorio en el que se encuentran actualmente 44 ex-presos políticos de Nicaragua de los 135 que arribaron a Guatemala en septiembre del año 2024.

La incertidumbre se convierte en temor por el futuro para 44 ex-presos políticos nicaragüenses y sus familiares, que tras ser liberados, se encuentran en un limbo migratorio en Guatemala luego que Estados Unidos denegara su reasentamiento en ese país.

Ellos forman parte de los 135 nicaragüenses liberados por el Departamento de Estado de Estados Unidos y a quienes el gobierno de Bernardo Arévalo aprobó su arribo, vía aérea, el 5 de septiembre de 2024.

El entonces consejero de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, Jake Sullivan, dio a conocer la llegada de los nicaragüenses y afirmó que se les ofrecería “la oportunidad de solicitar formas legales de reconstruir sus vidas en Estados Unidos y otros países”.

Mientras, el canciller Carlos Martínez, informó que los 135 nicaragüenses tendrían 90 días de estancia en el país regulada con el Instituto Guatemalteco de Migración (IGM) y anunció la coordinación de apoyo con la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

“Empezamos mal el año”, dijo Yostin Selva, uno de los activistas políticos excarcelados por el régimen de Daniel Ortega, al recordar que el 8 de enero empezaron a recibir la notificación negativa para ingresar a Estados Unidos.

“Muchas de las negativas fueron por los mismos delitos que nos inculpó el régimen. Delitos totalmente viciados e inventados con pruebas de juicios anómalos e ilegales”, contó Edder Muñoz, otro de los nicaragüenses afectados.

Con la negativa del asilo en Estados Unidos también llegó otra: a partir del 31 de enero ACNUR dejará de brindar asistencia económica y alojamiento.

Han pasado cuatro meses desde que llegaron a Guatemala. Las condiciones políticas del país tras la llegada de Arévalo también favorecieron su estadía y arribo. Sin embargo, el sueño de reconstruir su vida está en pausa para los 44 presos políticos, que junto a su núcleo familiar suman 66 nicaragüenses, en un limbo migratorio.

Su situación se dio luego que el Servicio de Ciudadanía e Inmigración de los Estados Unidos les negara el permiso para establecerse en ese país. ¿Las razones? Inadmisibilidad, falta de credibilidad citando inconsistencias en los testimonios durante la entrevista y que los factores negativos superaron a los positivos.

Los cuatro entrevistados por Prensa Comunitaria explicaron que días después de ingresar a Guatemala, les propusieron participar en el programa Movilidad Segura o reasentamiento en Estados Unidos. En este proceso hubo una serie de entrevistas con ACNUR, OIM y funcionarios estadounidenses con quienes algunos de los presos políticos sostuvieron hasta seis horas de conversación. Las últimas etapas consistían en atención médica y una charla cultural solo si eran notificados positivamente.

Uno de los nicaragüenses recordó que incluso a él le administraron las vacunas correspondientes para ingresar a Estados Unidos. Pero, ya no lo llamaron para continuar con el proceso. Todas estas etapas las iniciaron el 8 de septiembre y terminaron en noviembre.

Los 90 días que Guatemala les dio para su estadía trascurrieron y su situación migratoria no había sido resuelta para la mayoría por lo que a inicios de diciembre les extendió su estadía hasta el 27 de febrero.

Edder Muñoz recordó que el 6 de octubre de 2024 el gobierno español les ofreció la ciudadanía a los 135 nicaragüenses. “Muchos lo dejamos pasar porque estábamos en ese proceso y nos daban certeza de que era seguro que nosotros íbamos a reasentarnos en Estados Unidos”, contó.

Según Muñoz, acudió a la embajada de España en Guatemala en donde le dieron un formulario para continuar con el proceso. Sin embargo, al pedir asesoría a la OIM y a ACNUR le pidieron esperar la decisión de EE. UU. “Porque me daban la certeza de que era seguro que nos iban a recibir allá”, agregó.

Ahora cuestionan por qué no les explicaron en diciembre que debían de pedir refugio y abogan por que sea extendida nuevamente la estadía mientras regulan su situación migratoria. Un paso complejo debido a que el único documento que avala su existencia es el pasaporte con el que salieron de Nicaragua.

El 11 de septiembre de 2024, casi una semana después de llegar a Guatemala, la Corte Suprema de Justicia de Nicaragua despojó a los 135 nicaragüenses de su nacionalidad y ordenó la confiscación de todos sus bienes.

Este estatus, los convierte en una persona apátrida (no es considerada como nacional por ningún Estado conforme a su legislación) quedando vulnerables a sus derechos fundamentales como la educación, la salud, el empleo y la libertad de movimiento.

La consecuencia de ser apátrida la enfrentan en los últimos días. A partir del 9 de enero, ACNUR les dio vía libre para trabajar en el país, comentaron los entrevistados.

Sin embargo, no poseen un documento físico que avale el permiso de trabajo y quienes han recurrido a buscar empleo las puertas se cierran cuando les solicitan papelería.

“Nos quitaron la nacionalidad, no existimos. Somos fantasmas en un mundo que nos ve, pero pareciera que no hay empatía sobre la situación de los nicaragüenses y no solo es necesariamente nosotros sino hablo en general, exiliados, personas que huyen por recobrar su tranquilidad o para ayudar a su familia que está en Nicaragua. Hasta el momento lo único que deseamos es tener un momento, un día de paz un día, de tranquilidad en el que podamos decir: ok, ya estoy planteado acá ahora por mis méritos voy a seguir luchando para crecer como persona y unificarnos con nuestras familias”, expresó Edder Muñoz, quien fue perseguido y encarcelado tres veces por el régimen de Ortega.

Desde el 5 de septiembre han enfrentado desafíos para establecerse en un país que le brinde una nacionalidad y oportunidades de seguir creciendo. Foto de Meme Solano

La realidad cambió de golpe

Su llegada a Guatemala la describen como un golpe cambio de su realidad. Según recuerdan, el 4 de septiembre, los 135 presos políticos fueron sacados de sus celdas. Aún esposados los subieron en un bus y solo supieron lo que podía estar pasando cuando observaron a un funcionario del gobierno estadounidense.

Mientras la noticia circulaba en los medios de comunicación, el grupo de exiliados asimilaba de a poco su nueva realidad tras pasar los últimos meses en celdas que solo permitían dar siete pasos para movilizarse, en condiciones insalubres o con luz artificial todo el día y noche.

“Toda nuestra liberación se dio por organizaciones internacionales y funcionarios estadounidenses. Ellos ya habían destinado un presupuesto para todos nosotros y cuando venimos ya había reservaciones en hoteles, ropa, medicina, atención médica, teléfonos, atención psicológica”, recordó Morales.

Unas semanas después de haber llegado a Guatemala, se les comunicó la posibilidad de traer algún familiar, esposa e hijos no mayores de 21 años para unificar su caso y poder viajar a Estados Unidos. Pero, cinco familias fueron denegadas por Estados Unidos.

“No sabemos cuáles fueron los parámetros para que unos fueran denegados y otros aceptados. Traemos pruebas suficientes de la persecución política y estar encarcelados injustamente con procesos legales viciados, anómalos y falsos”, contó Morales.

Cuando llegaron a Guatemala, el primer mes fueron hospedados en el área hotelera de la zona 10 y 9. Luego fueron separados en 10 grupos y distribuidos en número igual de hoteles u hostales también ubicados en esas zonas y en las 13 y 14. Aunque tuvieron atención médica y psicológica no se logró cubrir adecuadamente debido a que sus heridas emocionales y cicatrices físicas son profundas, aseguran.

La reubicación en nuevos lugares de hospedaje volvió a cambiar su realidad de golpe. Ya que en una ciudad desconocida temían movilizarse.  Desde diciembre hasta la fecha, el grupo que queda en Guatemala se encuentra dividido en cuatro hoteles. Según cuentan, la ayuda brindada por ACNUR en un inicio fue de Q4,600 a la quincena y actualmente reciben Q2,000 al mes. El núcleo familiar más grande está conformado por ocho miembros en donde hay niños y niñas desde los dos años.

Sin embargo, ante la reducción de los fondos todos han enfrentado crisis para lograr alimentarse y cubrir otras necesidades.

Guatemala no es una opción para pedir refugio ya que temen que su cercanía con Nicaragua pueda afectar su integridad física como se ha documentado en Costa Rica en donde desde el año 2018 exiliados nicaragüenses han sufrido atentados e incluso secuestros que han terminado con su vida.

“Los tentáculos del régimen no tienen fronteras”, dice Edder Muñoz. Recalcó que en los primeros días de haber llegado al país en uno de los hoteles donde se hospedaban llegaron camionetas con placas de Nicaragua. Eso les hace pensar en la posibilidad de una persecución aun estando afuera del país.

“Queremos elegir un país en dónde sentirnos seguros y que el régimen no llegue hasta allá. Muchos de nosotros somos pruebas andantes de los crímenes que él (Ortega) perpetró. Tenemos problemas psicológicos por las torturas que recibimos en las prisiones y hay personas con secuelas físicas. Somos prueba de que sí hay tortura y crímenes de lesa humanidad en Nicaragua y este señor va a tratar a cualquier costo eliminar esas pruebas”, manifestó el Edder Muñoz activista político que desde la secundaria decidió alzar la voz en defensa de la democracia y los derechos humanos de los nicaragüenses.

Su lucha llevó al gobierno de Ortega a detenerlo, por primera vez, en 2018 cuando estallaron masivas protestas para exigir la salida de Ortega de país. Pero, la policía y paramilitares redoblaron la represión y el hostigamiento contra la población. Casi siete años después, Ortega junto a su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo, continúan consolidando su poder callando a la oposición y cualquier disidencia.

El silencio de las autoridades

Prensa Comunitaria buscó la postura de ACNUR y cancillería. Sin embargo, al cierre de la nota ACNUR refirió un correo electrónico del departamento de Population, Refugees and Migration de la embajada de Estados Unidos para obtener información.

En tanto, el Ministerio de Relaciones Exteriores (MINEX) a través del departamento de comunicación afirmó que el proceso está a cargo del Instituto Guatemalteco de Migración por ser extranjeros en Guatemala y el MINEX únicamente ve connacionales en el extranjero.

Sin embargo, no sé obtuvo respuesta por parte del IGM. “El MINEX) es el conducto para realizar estos procesos entre países. Ya en Guatemala el IGM se encarga del seguimiento de los extranjeros en Guatemala. Por lo que ellos llevan el registro y el seguimiento de quienes permanecen y quienes salieron ya del país”, agregó la vocería de cancillería.

Los nicaragüenses afectados también afirman que han intentado acercarse con el gobierno de Arévalo para exponer su caso. Sin embargo, no lo han logrado. Por el momento piden que se les extienda el tiempo para estar en el país mientras regulan su condición migratoria y que se les conceda un permiso de trabajo. En tanto, a ACNUR y las otras organizaciones involucradas les solicitan su reasentamiento.

Está semana, ACNUR volvió a citar a las personas expatriadas para ofrecerles un apoyo económico único sin condicionamiento de refugio. Además, les presentaron los programas de ACNUR para los refugiados en Guatemala.

Según información proporcionada por los afectados, ACNUR les comentó que el Departamento de Estado de Estados Unidos continúa con las gestiones para el reasentamiento.

Por Isela Espinoza

Prensa Comunitaria