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1 de enero de 2025

NAVIDAD ES CUANDO

Es Navidad cuando descubrimos que todo en la vida es gracia, don gratuito del amor del Padre que nos ama hasta el extremo de enviarnos a su propio Hijo, tomando nuestra propia naturaleza, para salvarnos, para unirnos a él. Dios se encarna en la naturaleza humana, para que los humanos podamos acceder a la naturaleza divina. Como dice san Maximiliano el Confesor “Dios hecho materia, para que la materia sea divinizada”.

Es Navidad cuando renunciamos a nuestros individualismos y egoísmos, a nuestras comodidades y caprichos; cuando tomamos conciencia de la pobreza y soledad en la que viven muchos de nuestros hermanos en humanidad; cuando acariciamos a los niños abandonados sin hogar y maltratados, dejados a su suerte; cuando sabemos acompañar y escuchar a las personas mayores que no cuentan para nadie. Tener un pequeño gesto que humaniza, como es una mirada que reconforta, una palabra que alienta, una mano tendida que ayuda a recobrarla dignidad del ser humano, hijo de Dios, creado a su imagen y semejanza, salvado por Jesús encarnado, es el reflejo de la Navidad, del amor del Emmanuel.

Es Navidad cuando no entro en el mercado del consumismo frenético y soy responsable de mis compras, de lo que consumo pensando en los demás, sobre todo en los más necesitados, cuando pienso en la casa común, nuestra madre Tierra cuidándola y protegiéndola de todo cuanto puede dañarla y destruirla.

Es Navidad cuando nos asombramos al descubrir dónde Dios está presente, dónde se encarna, y en qué pesebre nace, sufre, vive y muere marginado. Es Navidad cuando, ante estas situaciones de miseria, que nos toca vivir diariamente, no nos quedamos con los brazos cruzados; sino que obramos desde el amor, la comprensión y generosidad. La Navidad nos lleva a la acción activa y creativa en favor de los más necesitados y marginados de la sociedad, a ser solidarios.

Es Navidad cuando vivimos en comunión los unos con los otros, cuando superamos las diferencias de raza, lengua, religiones y opciones políticas, y somos acogedores a la diversidad. Cuando el respeto, la tolerancia y la comprensión mutua la vivimos como una ley natural que nos une a todos los seres humanos por encima de cualquier diferencia. Porque la Ley propia del género humano es la LEY de amar y ser amado. ¿No es esta la verdadera Navidad? “Dios es AMOR”, y porque es amor se ha encarnado, para enseñarnos a amarnos los unos a los otros como él mismo nos ama. La Navidad es la construcción de la fraternidad universal, teniendo como guía al Emmanuel, al Dios-con-nosotros, principio y modelo de Fraternidad universal.

Es Navidad cuando recordamos, con amor y gratitud, a las “estrellas” que nos han guiado en el camino de nuestra vida para llegar a donde hoy nos encontramos, y ser lo que ,realmente, somos. Especialmente tenemos presentes a nuestros padres y familiares, educadores, amigos/as que nos han acompañado a lo largo de nuestro camino y de nuestra historia, ayudándonos acrecer en la fe y en sabiduría. Ellos y ellas están presentes, celebrando con nosotros la Navidad. Tanto los que nos preceden en el Reino como los que están lejos y los que están cerca, todos formamos ese coro de ángeles que celebran y cantan: “Gloria a Dios en las alturas y paz a los hombres que ama el Señor” (Lc 2,14).

Es Navidad cuando no nos dejamos llevar por la desesperanza ni el desánimo ambiental; sabiendo descubrir y “crear” nuevas estrellas, que iluminen nuestro camino, impulsándonos a vivir con ilusión, con alegría y esperanza renovada en medio de los problemas sociales y económicos que nos tocan vivir.

Es Navidad cuando en medio de las dificultades de la convivencia sabemos poner un poco de humor que ayuden a superar los conflictos, cuando ponemos un poco de bálsamo para suavizar y curar las heridas. Es Navidad cuando no nos dejamos llevar del pesimismo y nos abrimos a la esperanza, confiados en los planes de Dios, porque es él quien conduce la historia personal y congregacional.

Es Navidad cuando nos dejamos conducir por la estrella de lo alto y por la estrella de tantos hombres y mujeres que luchan sin desmayo en favor de los demás para crear una sociedad donde reine la justicia, la fraternidad y la paz.

Es Navidad cuando optamos y luchamos por el cese de fabricación de armas, y somos creadores de paz y de concordia entre los pueblos y las naciones, erradicando toda clase de violencia, injusticia y conflicto armado.

Es Navidad cuando cuidamos a los enfermos, acariciamos y consolamos a los niños; cuando escuchamos a las personas mayores prestándoles toda la atención y respeto que se merecen. Cuando cuidamos de la familia y de los amigos.

Es Navidad cuando vivimos despiertos y conscientes de “a mí me lo hicisteis”, (Lc 25,40) que prolonga el Misterio de la Encarnación en cada persona con la que nos encontramos; más allá de los días de Navidad.

Navidad exige ponerse en camino hacia Belén, hacia el misterio de Amor, de Belleza y de Bondad que anida en lo más profundo del corazón del ser humano. Este es el camino real que la Navidad nos invita a recorrer. No vayas lejos de ti para encontrar a Jesús en un pesebre. Entra dentro de ti y lo hallarás. “Alma, buscarte has en Mí, y a Mí buscarme has en ti” (Santa Teresa de Jesús, poesía 8. Obras Completas, Editorial Espiritualidad, 1963. Madrid). Y san Agustín:“¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Tú estabas dentro de mí, y yo fuera, y por fuera te buscaba”. Tú mismo eres ese establo, ese pesebre en el que, realmente a Jesús le gusta nacer y entablar una relación de amistad contigo. ¿Estás dispuesto a acogerle? Sinceramente, ¿crees que le importas a Jesús y que él quiere ser tu amigo, tu Salvador? Si realmente crees estas verdades de nuestra fe y las vives, ¡es Navidad para ti! Y tú podrás ser Navidad para el mundo.

La Navidad no es, únicamente, unos días que el calendario litúrgico y civil nos proponen; no, la Navidad se prolonga a lo largo y ancho de todos los días del año, de toda la vida. Estamos llamados a descubrir la espiritualidad de la Navidad, el verdadero sentido teológico de la encarnación del Hijo de Dios. Dios se encarna para salvar al género humano en su integridad. Y, a la vez, desea que cada uno nosotros nos impliquemos en esta maravillosa aventura que es la Navidad: regalo, entrega incondicional para los otros al estilo del Emmanuel.

“Hoy brillará una luz sobre nosotros, porque nos ha nacido el Señor; y es su nombre: Admirable, Dios, Príncipe de la Paz” (Lc. 1,13).

ECLESALIA