En el libro de los Hechos de los apóstoles, después de mostrar el
encuentro del perseguidor Saulo con Jesús resucitado y su posterior acceso a la
fe, se sigue hablando de Pedro, aunque, lentamente éste irá dejando su lugar a
Pablo quien será el personaje central de la segunda parte de la obra. Ahora se
menciona que Pedro cura a un paralítico en Lida (9,32-35) lo que culmina con
numerosas “conversiones al Señor” (v.35). Pero cerca de allí, en Jope muere una
discípula y Pedro es convocado de urgencia. El apóstol resucita a la mujer y
“muchos creyeron en el Señor” (v.42). Como puede verse, el tema central del
libro es destacar cómo va “creciendo” la fe en Jesús en la región. Pero veamos
brevemente algo de esta discípula que mereció que enviaran “dos hombres” a
buscar a Pedro y pedirle que “no tardes en venir” (v.38).
El nombre arameo de la mujer es Tabitá, y el autor indica su traducción:
“que quiere decir Dorkás” (v.36). Dorkás es un vocablo griego que significa
“gacela”, un pequeño animal de la familia de los ciervos. El término – por el
modo habitual de usar estos “sobrenombres” – puede aludir a alguien que era una
esclava, pero no es necesariamente así, lo cierto es que se indica que ella era
“rica en buenas obras y en limosnas” (ambos términos son muy importantes en la
obra de Lucas). En seguida se destaca que las viudas lloran esta muerte y le
muestran a Pedro las túnicas y mantos que Tabitá/Dorkás hacía (v.39).
Evidentemente el acento del texto está puesto en que las “buenas obras” que
realiza Dorkás se tratan de “vestir al desnudo”, atender a las viudas (lo que
es una suerte de “diaconado” en Hch 6,1).
El cuerpo de la muerta se encuentra depositado en la estancia superior.
Elías y Eliseo también resucitarán un muerto que se encuentra depositado
“arriba” (1 Re 17,19; 2 Re 4,21), ambos profetas, además, quedan a solas con el
muerto y piden a Dios por la vida del difunto (en Hechos 20,7-12 también Pablo
resucita un muerto, también "arriba", v.8). Evidentemente el libro de
Hechos quiere señalar que, del mismo modo que Jesús repite (y supera) a Elías y
Eliseo (ver Lucas 4,25-27), también Pedro y Pablo lo hacen. Pero, en este caso
particular, se trata de alguien que es atendido a pedido urgente de la
comunidad, especialmente de las viudas (que en la Biblia son ejemplo típico de
personas desamparadas, como lo son también los huérfanos). Así, Tabitá es
presentada como cristiana ejemplar (no dice que ella fuera viuda). “Den en
limosna lo que tienen y todas las cosas serán puras” (Lc 11,41), “den limosna y
háganse un tesoro inagotable en el cielo” (Lc 12,33). Esa es la “riqueza” de
Tabitá, sus “buenas obras” (la atención a las viudas es un tema
muy importante en las comunidades cristianas de tiempos de Hechos de los
Apóstoles; ver 1 Timoteo 5,1-16).
Pero hay un
tema que no podemos descuidar. En aquellos tiempos, los filósofos o los rabinos
solían tener “discípulos”, pero no existe la posibilidad de que alguien sea
“discípula”, por eso el término no se usa en la lengua griega de entonces y no
existe en arameo. Y acá lo interesante: “algo” de la vida de Tabitá (sin duda
su compartir la vida y los bienes con los pobres) la hizo acreedora de que
Lucas “inventara” una palabra inexistente y nos dice que ella era “discípula”
(v.36).
Así, algo
que ya se insinuaba en María Magdalena y sus compañeras en Lc 8,3 (una diakonía
y servicio con los bienes) y un discipulado femenino. Pero no debemos descuidar
algo importante: para los Hechos de los Apóstoles, el servicio a los pobres (y
no los títulos o las etiquetas), a los desprotegidos de la sociedad es los que
nos constituye en verdaderos discípulos. Y discípulas; en Hechos hay otras
mujeres en semejante situación, "Tabitá no estaba sola".
Eduardo de
la Serna
AMERINDIA