Expertos en el congreso
de San Diego reivindican "que las parroquias católicas sirvan como
comunidades de acogida por y para los migrantes"
“El desplazamiento
forzoso está desplazando las formas de ser católico en el mundo, y con
demasiada frecuencia la Iglesia del lugar no se reconoce en el otro (…). La
herida colonial de 500 años continúa en la Iglesia”
Hay que volver la cara
a la mujer. “La teología tiene que hacer algo al respecto, más allá de pedir
que tengamos muchos hijos”
En 1983, el Código de Derecho Canónico eliminó el derecho de asilo en los templos, rompiendo una dinámica de 1.600 años, y la ruptura del imaginario colectivo cristiano, que entendía los templos como un lugar seguro, del que nadie podría sacarte. Hoy, cuando la segunda Administración de Trump permite poder entrar en hospitales, escuelas e iglesias para detener a los migrantes ilegales, el profesor Leo Guardado reivindicó la reintroducción del canon 1179 del año 1917.
Y más allá: “Que las parroquias católicas sirvan como comunidades de acogida por y para los migrantes”, una realidad que va más allá del propio templo, y que compromete a toda la comunidad de creyentes, informó el experto en uno de los paneles de trabajo de la sesión del viernes en el congreso de la Red Ecclesia in América que se está celebrando en la Universidad de San Diego.
“En EEUU, los líderes católicos guardan silencio sobre esta cuestión, excepto para negar su realidad”, denunció el profesor de la Fordham University de Nueva York. De hecho, durante la primera Administración de Trump, “algunos obispos escribieron a los párrocos para explicar que las iglesias no podían ser asilos”, en contra de lo que hicieron otras iglesias cristianas.
Segunda jornada del Congreso de San Diego
“Mientras celebramos este año jubilar de esperanza, la apertura de la puerta santa debería reflejar esa misericordia a quien entrase por su puerta”, señaló Guardado, quien señaló que “sin cambios reales, el proceso sinodal no funcionará, y se alejará mucha gente”, y estimó que uno de esos cambios vendría permitiendo un auténtico discernimiento sobre el asilo en las iglesias. “Ojalá que los obispos no silencien estos procesos”, que también tienen que ver, y mucho, con la forma de entender la fe de las comunidades migrantes.
“Es una herida espiritual ser siempre un extraño en tu vida de fe”, glosó el profesor, poniendo el ejemplo de una curandera mexicana que jamás había escuchado en Evangelio en su lengua. “El desplazamiento forzoso está desplazando las formas de ser católico en el mundo, y con demasiada frecuencia la Iglesia del lugar no se reconoce en el otro (…). La herida colonial de 500 años continúa en la Iglesia”.
En otra de las mesas
del día se abordó la carta de los obispos del Caribe y EEUU, en los obispos
abogaban por promover reformas esenciales, como la desmilitarización de la
frontera con México o el fin de las deportaciones. Un texto, a la luz de hoy,
parece profético. Pero que no cuenta con estructuras que den vida a estas
palabras.
Neoconservadurismo
entre los curas jóvenes
Por su parte, Claudia
Leal, profesora del Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II, reclamó el
derecho de las mujeres de “hablar en nombre de la humanidad”. En este sentido,
el Sínodo ofrece oportunidades para “volver la cara a las mujeres”, con una
mirada que vaya más allá de la mera maternidad. “La teología tiene que hacer
algo al respecto, más allá de pedir que tengamos muchos hijos”, proclamó,
además de advertir del “neoconservadurismo juvenil”, marcado, entre otros
puntos, por el fenómeno de “jóvenes sacerdotes conservadores”. Una realidad que
conocemos muy bien en España.
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