El Padre Numa Molina, sacerdote clave en el proceso de canonización, reveló detalles íntimos de la conexión del pontífice con el «médico de los pobres», así como los pasos definitivos para elevar a los altares a este ícono de la fe popular.
Mientras el mundo sigue
con preocupación la salud del Papa Francisco, quien enfrenta una «delicada»
infección pulmonar que muestra mejoría en las últimas horas, desde Venezuela se
vive la historia de devoción y milagros vinculada al primer santo laico del
país: José Gregorio Hernández.
El Padre Molina, figura central en la difusión de la causa de Hernández, destacó que Francisco no conocía al beato venezolano hasta 2013, cuando el presidente Nicolás Maduro le entregó una estatuilla durante una visita al Vaticano, en presencia del sacerdote. Desde entonces, el pontífice inició un camino de indagación y fe que lo llevó a declarar a Hernández como copatrono de las universidades pontificias del mundo.
«El Papa es un devoto
de José Gregorio (…) En junio de 2013 prácticamente no sabía nada de él. A
partir de esa visita, comenzó a indagar quién era este santo y ha desarrollado
una devoción tan profunda que lo declaró copatrono del Ateneo Pontificio»,
explicó Molina.
La beatificación de
Hernández, requisito previo para la canonización, se logró tras documentar el
milagro de Yaxury Solórzano, una niña que sobrevivió a múltiples disparos en la
cabeza en 2017 sin explicación médica. El caso, investigado por el Dr.
Alexander Krinitzky, se convirtió en la prueba definitiva para la Iglesia.
«El milagro se
documentó con Yaxury. La ciencia no encontró explicación para su supervivencia.
José Gregorio ha hecho miles de milagros, pero este fue el primero que se pudo
validar», afirmó Molina, quien relató cómo impulsó el reconocimiento del hecho.
A diferencia del
proceso tradicional, que exige un segundo milagro, la canonización de Hernández
se realizará «por aclamación», respaldada por la fe masiva de los devotos. El
Papa Francisco, en acuerdo con la Congregación para la Causa de los Santos, avaló
esta excepción, reconociendo el arraigo del beato en América Latina.
«El Santo Padre decidió
que no hacen falta más milagros. Es una canonización por aclamación del pueblo
de Dios», subrayó Molina, destacando el carácter histórico de que un laico
—médico y profesor— alcance la santidad.
La espera por el
anuncio oficial
La proclamación
definitiva, que incluirá una misa solemne en la Plaza San Pedro y celebraciones
paralelas en Venezuela, depende ahora de la recuperación del Papa,
hospitalizado desde el 7 de junio. Aunque la fecha tentativa de la fiesta
litúrgica será el 26 de octubre (natalicio de Hernández), la ceremonia en Roma
podría ser presidida por Francisco o un delegado.
«Estamos a la
expectativa. La canonización debe ser en Roma, con el estandarte del santo.
Esperamos que el Santo Padre se restablezca para que él mismo la dirija»,
señaló el sacerdote.
Molina, pese a
reconocer su posible exclusión de los actos oficiales, como ocurrió en la
beatificación de 2021, el sacerdote expresó su alegría por ser «instrumento»
del proceso.
«Ojalá me permitan
estar, aunque en la beatificación me excluyeron. Pero estoy feliz: Dios usó a
este cura de barrio para ayudar a que Venezuela tenga su primer santo»,
confesó, subrayando el mensaje para los laicos: «José Gregorio nos llama a
vivir el evangelio desde lo cotidiano».
Telesur