La teología feminista da voz a las mujeres, eleva su volumen y en esa voz reconoce e identifica la palabra de Dios, de la que se han apropiado los varones que se consideran sus únicos portavoces e intérpretes autorizados. Un ejemplo de la recuperación y visibilización de las mujeres acabo de leerlo en RD, mientras escribo este texto, en el magnífico artículo Anotaciones sobre las Mujeres y Pablo, de la teóloga Elena Gortázar Pérez-Armas, en el que identifica y da voz a 15 mujeres citadas por Pablo en sus Cartas como lideresas de comunidades cristianas: Apia, Ninfa, Priscila, Lidia, Evodia, Síntique, Trifosa, Trifena, Pérside, Julia, la hermana de Nereo, Dámaris, Febe, Tecla y Junia. Pablo llama a Junia y Andrónico “mis compañeros de prisión, ilustres entre los apóstoles, que llegaron a Cristo antes que yo” (Carta a los Romanos 16,7). Recomiendo la lectura del libro de Elena, Una mirada feminista que revela y rebela. Huellas de Mujeres en la Iglesia.
No obstante, en la teología feminista española me parece que falta el desarrollo de unas claves de hermenéutica feminista interreligiosa aplicable a los textos de otras tradiciones religiosas. Por lo mismo creo que no se presta la debida atención a la interseccionalidad de la discriminación de las mujeres en la sociedad y, muy especialmente, en la iglesia católica. Son dos limitaciones que intento superar en mis trabajos de teología feminista.
Teología del diálogo interreligioso e intercultural
La segunda tendencia que avanza a buen ritmo es la teología del diálogo interreligioso e intercultural, que deconstruye los fundamentalismos e integrismos religiosos, aliados con los movimientos políticos de la extrema derecha, y les niega cualquier inspiración evangélica, aboga por el diálogo simétrico entre las diferentes espiritualidades y creencias religiosas y por la interculturalidad, y trabaja por desoccidentalizar y descolonizar las diferentes teologías cristianas como condición necesaria para su universidad.
Asimismo, reconoce y respeta el pluriverso religioso, cultural y étnico, propone la necesidad de desdogmatizar los diferentes sistemas de creencias y reformula la categoría de “revelación” aplicable a los diferentes textos fundantes de las religiones. En vez de la confrontación, la polémica y el enfrentamiento entre los textos de las diferentes religiones y sus fundadores y reformadores, como ha sido frecuente en la historia de la teología cristiana y lo sigue siendo hoy en algunos sectores cristianos, esta teología establece un diálogo crítico y autocrítico en busca de las afinidades, pero sin ocultar las diferencias, hasta conformar no la uniformidad doctrinal, sino lo que Raimon Panikkar llama “concordia discorde”.
En la teología del pluriverso interreligioso e intercultural aprecio la ausencia de las experiencias sapienciales y de los textos sagrados de los pueblos originarios. ¿A qué puede deberse? ¿a su desconocimiento, a su minusvaloración, al carácter todavía occidentalista de esta teología? Cualesquiera sean las razones de esta falta de consideración. debe subsanarse en esta teología si realmente quiere ser inclusiva.
Investigaciones sobre orígenes del cristianismo
Avances importantes que constituyen la base para una teología rigurosa y sólidamente asentada se están produciendo en las investigaciones sobre los orígenes del cristianismo y la figura del Jesús histórico que reconstruyen con el apoyo de los métodos histórico-críticos, las ciencias sociales, la arqueología, la antropología cultural, la historia social, la filología, la exégesis bíblica, etc.
Especial relevancia para la teología hoy reconozco a los estudios en torno a Pablo de Tarso, el primero y más influyente teólogo de los comienzos de la aventura cristiana, desde una perspectiva filosófica no apologética, que le considera un pensador que buscó la verdad y el defensor de un universalismo incondicional, y una hermenéutica crítica que subraya su importancia fundamental en el desarrollo del cristianismo naciente a partir de sus enseñanzas. Frente a la imagen de Pablo de Tarso como teólogo conservador alejado de la radicalidad del Jesús, hay una tendencia sólidamente fundamentada que lo presenta como teólogo antisistema y antiimperial.
Teología y Ciencias de las religiones
La teología no es la única disciplina que se ocupe de la reflexión sobre Dios o los dioses, lo sagrado, el misterio y las religiones. Valoro positivamente, por ello, el esfuerzo que estamos haciendo las teólogas y los teólogos españoles por dialogar con las ciencias de las religiones, que implica un enriquecimiento para la teología y contribuye a liberarla del peligro en que incurre frecuentemente de caer en el idealismo, la idealización, la ideologización y la autosuficiencia. Este diálogo saca a la teología de su aislamiento en el concierto de los saberes y la abre a nuevos horizontes. Me refiero a la fenomenología de la religión, la filosofía de la religión, la sociología de la religión, la historia de las religiones, la ecología de la religión, la psicología de la religión, etc.
La teología en la universidad
Me parece una gran pérdida en el concierto de los saberes la ausencia de la teología en el ámbito universitario, una ausencia que en España se debe preferentemente a la negativa de la jerarquía católica a perder el control sobre el saber teológico y a la consideración que tienen no pocas instituciones académicas de la teología como disciplina clerical que nada tiene de científica y, por tanto, carece de lugar en el campo universitario.
Yo he tenido el privilegio de dirigir durante veinte años la cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones “Ignacio Ellacuría” en la Universidad Carlos III de Madrid, sin intervención ni dependencia alguna del episcopado y he podido comprobar el interés del alumnado por el fenómeno religioso en el marco de la cultura cuando se estudia y explica con rigor científico, no apologético, desde una perspectiva laica, no confesional, de manera interdisciplinar, no desde una sola disciplina y sin pretender enseñar a creer, ni transmitir ninguna fe, sino explicar la historia de las creencias religiosas, su funcionalidad social y política, su relación con la cultura, así como la dialéctica alienación-liberación, que caracteriza a las religiones.
Tal planteamiento me ha permito huir de un discurso teológico autorreferencial y establecer diálogos enriquecedores y mutuamente interpelantes de la teología con las ciencias sociales, políticas, jurídicas, con el periodismo de la comunicación, la filosofía, la lingüística, la historia, la literatura el arte, la estética e incluso con las ingenierías, donde también he impartido clases. Recuerdo con verdadera satisfacción una experiencia docente significativa de la Universidad Carlos III de Madrid.
En los cursos de
Humanidades que se imparten en todos los grados propuse un año el tema de las
“Religiones monoteístas” dirigido al alumnado de Ingeniería aeroespacial.
Imaginé que no tendría mucho interés, pero aun así y todo lo oferté. Cuál no
sería mi sorpresa el primer día de clase cuando entré en el aula y la encontré
llena. Mi primera intervención ante el alumnado tuvo un tono de humor: “Buenas
tardes. Muchas gracias por haber elegido esta asignatura. Me imagino que lo
habrán hecho porque no han encontrado a Dios en el espacio y esperan
encontrarlo aquí”. Risas generalizadas y presentaciones del alumnado y del
profesor. Creo que fue uno de los cursos en los que el alumnado mejor siguió
las clases, más participó y realizó excelentes trabajos finales.
En mis diálogos
universitarios con otros colegas he estado siempre atento a sus críticas y he
aprendido a fundamentar con más solidez mi propio discurso teológico, pero
también a no absolutizarlo.