Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

5 de marzo de 2025

¿EL SENTIDO COMÚN O LA LOCURA?

Posverdad

"Lo que importa – para el hombre postmoderno – es gozar. La búsqueda hedonista del placer por el placer dirige la existencia humana y para lograrlo – a costa de lo que sea - hay que tener. Ahora, predominan la estética sobre la ética, el tener sobre el ser, lo tangible y material sobre lo trascendente"

"El resultado de todos estos nuevos rasgos de postmodernidad es una “cultura” de lo liviano, lo etéreo, lo fácil, lo desechable, lo superficial y lo falto de compromiso"

"Asistimos – entre desconcertados y aterrados – a la prédica y propagación de mentiras como si fuesen verdades, a la justificación de decisiones arbitrarias, de violencia, de represión e incluso de guerras mediante mentiras y falacias repetidas para que parezcan verdades"

"El populismo es una falsa y nefasta forma de ejercer la politiquería con apariencia de política"

“Que la gente conozca los hechos y el país estará seguro” (Abraham Lincoln)

En el siglo pasado, los años sesenta significaron una década de cambios, pero, sobre todo, fueron una coyuntura histórica en la que la humanidad inició un cambio de época: la transición de la modernidad a - lo que hoy llamamos – la postmodernidad.

Dos guerras mundiales, el fracaso de los sistemas políticos y económicos para erradicar la inequidad, la injusticia social y la pobreza; sistemas que – en el altar de las ideologías - sacrificaron la libertad y la igualdad humanas, además del fracaso técnico-científico en la solución de los más importantes problemas humanos y sociales, provocaron un sentimiento de historia sin futuro y de esperanza frustrada en el progreso. Todo lo cual produjo una desmotivación en el esfuerzo y en el trabajo del ser humano, un predominio de lo rápido y fácil, apatía hacia el bien común y una búsqueda de refugio en todo lo individual y personal, con el consecuente rechazo a todo lo jerárquico e institucional.

Con ello, desaparecen las verdades institucionales y absolutas y cada quien elabora y vive según el menú de sus propias “verdades”, en medio de incertidumbre, relativismo moral, subjetivismo y una sobrecarga de información en la que nada es importante o todo vale lo mismo.

Lo que importa – para el hombre postmoderno – es gozar. La búsqueda hedonista del placer por el placer dirige la existencia humana y para lograrlo – a costa de lo que sea - hay que tener. Ahora, predominan la estética sobre la ética, el tener sobre el ser, lo tangible y material sobre lo trascendente.

El resultado de todos estos nuevos rasgos de postmodernidad es una “cultura” de lo liviano, lo etéreo, lo fácil, lo desechable, lo superficial y lo falto de compromiso, unido a la búsqueda de un estilo de vida con lujo, confort y derroche, indiferente a las necesidades de las grandes masas de la población.

En adelante, estos rasgos, característicos de la postmodernidad, afectan, explican, inciden y se evidencian en toda la vida y comportamiento del ser humano y en su dimensión social: en la convivencia ciudadana y en el modo de hacer política. Entendiendo aquí por “política”, según el concepto original griego, no solamente el oficio de gobernar, sino, sobre todo, la participación de todos los ciudadanos en la búsqueda del bien común de la “polis”, de la ciudad.

Nadie desconoce que hoy el oficio y ejercicio de la política – siendo el más importante de todos en la tarea de liderazgo y construcción social – es, también, el más desprestigiado de todos. Especialmente porque los políticos se han dedicado a la búsqueda de bienes personales y particulares y se olvidaron de la búsqueda del bien común. 

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