Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

26 de marzo de 2025

ORACIÓN ESCUCHANTE POR LAS VOCACIONES

Desde que comenzó el descenso vocacional en la Iglesia, empezaron a elevarse oraciones a Dios, de manera más insistente a la que se venía haciendo hasta el momento, para pedirle que moviese el corazón de hombres, jóvenes principalmente, para dedicarse, en cuerpo y alma, a la vida sacerdotal y religiosa. A medida que ha ido pasando el tiempo y los seminarios y noviciados han ido disminuyendo en candidatos, hasta extremos de desaparición en muchos casos, estas plegarias han ido en aumento, alcanzando niveles que rayan la obsesión, enfermiza, según algunos, opinión que yo comparto. Incluso, si tenemos en cuenta la cuestión temporal, ya no son los días anteriores o cercanos a la fecha en que la Iglesia celebra el Día del Seminario, 19 de marzo, cuando se realizan estas oraciones y plegarias. Ahora es durante todo el año que los obispos invitan a sus diocesanos a rezar para que Dios envíe vocaciones a su Iglesia, sobre todos los sacerdotales. Es más, algunas diócesis y conferencias regionales de obispos organizan cadenas ininterrumpidas de oración durante un mes. No sé si es este el tipo de insistencia, " Pedid y se os dará ", que recomienda Jesús en el Evangelio. Claro que, según las propias palabras del Maestro, lo que garantiza el Padre es la donación del Espíritu a quien se lo pida.

Tengo la sensación de que no es precisamente el Espíritu lo que recomiendan pedir a nuestros obispos y jerarcas de la Iglesia en general, sino candidatos al sacerdocio para estar al frente de las comunidades (parroquias, para ser más exactos) a las cuales serán enviados por ellos, una vez ordenadas. Me da la impresión de que no se creen, no nos creemos, me incluyo, o lo creemos de manera errónea, las palabras que el profeta Isaías ponía en boca de Yahvé, allá por el siglo VIII aC, "Porque mis pensamientos no son tus pensamientos, ni tus caminos, mis caminos". Digo esto porque pienso que las plegarias que se elevan, van preñadas de una intencionalidad muy concreta sobre cómo deben ser las vocaciones suscitadas por Dios, en el caso de que sean al sacerdocio. Hombres (sexo masculino), célibes (o solteros, tengo la duda), para una Iglesia clerical (piramidal y jerarquizada), con dedicación al culto de manera preferencial (al menos esto es lo que intuyo, cuando veo el tipo de sacerdote que, desde hace ya tiempo, está saliendo de los seminarios), etc.

Pienso que debe ser muy difícil (pongo este ejemplo por si nos ayuda a comprender mejor lo que digo a continuación) que dos se entiendan cuando hablan idiomas diferentes y ninguna de las dos conoce el idioma de su interlocutor. Que, si lo miramos bien, no es otra cosa que lo que decía el profeta Isaías "Mis pensamientos no son tus pensamientos".

Jesús habló de trabajar por el Reino (además, de una manera silenciosa, pero efectiva: levadura dentro de la masa y grano de mostaza ), en el que cupieran todos y todos, siendo los pobres los preferentes. En cambio, la jerarquía eclesiástica se empeña, viene empeñándose ya desde Constantino y Teodosio, en trabajar por una Iglesia de poder, de dominio y de influencia. Quedando excluidos, silenciados, o en segundo término en el mejor de los casos, quienes viven al margen de estos y otros factores. Por tanto, la Iglesia pide a Dios algo que este no le puede dar (por muy omnipotente que sea). Porque se encuentran en ondas diferentes y caminan por vías paralelas, con imposibilidad de encontrarse.

Creo, humildemente, que a la Iglesia le hace falta practicar un poco más, por no decir mucho más, la oración de escucha. Dios no ha dejado nunca de hablar para manifestar cuál es su voluntad en cada momento. Lo vio muy claro el Concilio Vaticano II "Por eso ahora, más que nunca, la Iglesia tiene el deber apremiante de escrutar a fondo los 'signos de los tiempos' e interpretarlos a la luz del Evangelio" (GS 4, 1). Y, hoy, lo sigue haciendo también. ¿Dónde puede residir, entonces, el problema? Creo no equivocarme si digo que es cuestión de lenguaje, en el sentido de que, mientras Dios habla en clave de Reino, la Iglesia lo sigue haciendo en clave de Institución formada por hombres y mujeres (estas demasiado ninguneadas) y organizada de manera piramidal y jerárquica.

Tiempo de oración, desde la escucha, denominaría yo a esta necesidad urgente. Oración "escuchante" (que se me perdone la palabra) en la calle, con la gente, en el tajo, en medio de la vida. Intentando vencer esa gran tentación, que siempre existe, de hacerla "solamente o como lugar preferencial" en el templo, cumpliendo con cultos, ritos y liturgias demasiado vacías, muchas veces. Una oración hecha desde una actitud humilde y sencilla para poder escuchar ese "grito silencioso" del Dios que habla de manera constante ya a través de las cosas y las personas, pero, de manera especial, de quienes se encuentran en los márgenes de la sociedad y de la vida.

¿Cadenas de oración? Sí, claro. Pero sin paraguas y con las manos bien abiertas para acoger, de buen grado, el proyecto que Dios quiere en cada momento. En este caso los obreros, y de qué tipo, para su viña, el Reino

Juan Zapatero Ballesteros

ECLESALIA